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Vulnerabilidad-y-Silencio

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me llevaba las bolsas de leche; yo se las preparaba a mi hija porque él, no me daba<br />

dinero. Cuando yo s<strong>al</strong>go embarazada después de la cuarentena de mi segunda hija,<br />

para mí fue muy difícil. Fueron muchos problemas, muchas enfermedades; había<br />

tenido anemia de mi segundo embarazo y luego, s<strong>al</strong>go embarazada luego, luego. Con<br />

todo y eso, yo le daba pecho a la niña y yo embarazada; era mucho el cansancio, mucho<br />

la fatiga; la f<strong>al</strong>ta de comida, todo era muy pesado para mí. De hecho se puede decir que<br />

durante esta etapa, me descuide de mi hija la mayor por darle atención a la bebé y tratar<br />

de sobrevivir a mi embarazo. Ésta, es una culpa que yo cargo desde entonces, ya que sin<br />

querer, afecte la seguridad de mi hija la mayor.<br />

MI RETORNO A NUEVO LEÓN<br />

En el 2008, nace la tercera de mis hijas. Cuando ella nace pasaron dos meses. En<br />

octubre, nos venimos para acá porque él me dijo que lo iban a detener <strong>al</strong>lá, en Nuevo<br />

Laredo. El motivo de su orden de aprehensión lo ignoro; yo nomás sabía que tenía una<br />

orden de aprehensión y él me dijo “es que nos tenemos que ir de aquí y nos vamos y ya<br />

nos vamos ahorita”. En el lugar en donde él me tenía viviendo no teníamos muebles;<br />

dormíamos sobre una base de colchón, con cobijas y sin colchón. A pesar, de dedicarse<br />

<strong>al</strong> tráfico de drogas yo nunca le vi dinero; la forma en la que vivíamos mis hijas, él, y<br />

yo, m<strong>al</strong> comidos; sin muebles y m<strong>al</strong> vestidos; me dice que él, le trabajaba <strong>al</strong>guien y que<br />

el negocio, no era suyo.<br />

En el 2008, cuando nosotros s<strong>al</strong>imos de Nuevo Laredo y vinimos a vivir aquí, me<br />

llevo a vivir, a la casa de una conocida de él. Yo nunca conocí a los dueños de esa casa;<br />

yo sabía que era una casa de renta porque él decía que él, estaba pagando la renta; la<br />

casa estaba medio amueblada; tenía una cama, una parrilla y un frigo bar y pues nada<br />

más y así vivía. Cuando yo me vengo a vivir de <strong>al</strong>lá, eso fue en octubre, a una casa de<br />

renta en la colonia Margaritas, <strong>al</strong>lá rumbo a Villa Juárez, bueno <strong>al</strong>lí, nos venimos a vivir;<br />

la bebé tenía un mes de nacida. Mi hija, la de en medio, tenía un año y meses y tenía a<br />

la niña de cinco años, la más grande; cuando regresamos a Monterrey, ya tenía las tres<br />

niñas de él.<br />

El hecho de haber regresado a Monterrey no cambio, en nada mi vida. El<br />

encerramiento, el aislamiento de mi familia, siguió dándose. Él, me tenía encerrada y<br />

por más que le decía si te andan buscando, yo me voy con mis papás, déjame ir con mis<br />

papás, él, me contestaba: “no a que te vas, aquí vas a estar y aquí tienes que estar”. A<br />

pesar de estar desde octubre en Juárez, tan cerca de mis papás, ellos, no sabían que<br />

estaba aquí. Mis padres tenían teléfono pero ¿cómo hablaba con ellos? No podía s<strong>al</strong>ir,<br />

no traía celular, no tenía nada; con la gente de ahí, de <strong>al</strong>rededor, menos no podía<br />

hablar pues yo, por miedo, decía si le pido un favor a una vecina y él, de coraje le fuera<br />

hacer <strong>al</strong>go no sé. Yo siempre viví con miedo por la actitud, por todo lo que vi en ese<br />

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