LA TEORIA CRITICA DE LA SOCIEDAD DE HADERMAS
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Ilí><br />
T E O R IA C R IT IC A <strong>DE</strong> <strong>LA</strong> SO C IE D A D D E HABEKM AS<br />
(primera infancia), convencional (infancia) y postconvencional (adolescencia)<br />
M. En la primera infancia, la criatura humana posee tan sólo una<br />
identidad «natural»; aprende a distinguir su propio cuerpo del mundo<br />
físico y social que le rodea, pero todavía es incapaz de aprehender normas<br />
sociales en cuanto tales. Su capacidad moral está orientada a acciones concretas<br />
de personas determinadas: no sitúa una acción dentro del marco<br />
de una norma general de comportamiento, ni sitúa las personas concretas<br />
dentro de la categoría general de un «roll» (una persona que actúa como madre,<br />
como maestro, etc., y a la que corresponde mi actuación en el «roll»<br />
de hijo, discípulo, etc.). En la infancia, el individuo humano aprende ya<br />
a distinguir entre acciones concretas y normas generales de comportamiento<br />
que pueden ser cumplidas o quebrantadas por aquéllas. En este estadio,<br />
el individuo se identifica como persona a través de su identificación con<br />
el entretejido de las normas sociales y morales, objetivadas en las instituciones<br />
y costumbres del grupo social en el que está inmerso, y a través del<br />
reconocimiento recíproco de los miembros que componen ese grupo social.<br />
Finalmente, en la adolescencia, el individuo comienza a distinguir entre<br />
normas morales y principios generales de generación de esas normas, mediante<br />
los cuales estas últimas pueden ser legitimadas o criticadas. Las normas<br />
morales ya no son aceptadas acríticamente por el simple hecho de pertenecer<br />
al acervo cultural de una determinada sociedad. Por eso, el individuo<br />
no puede circunscribir su identidad a su identificación con esas normas<br />
e instituciones características del grupo social en el que vive, sino que ha<br />
de formarla con referencia a los principios más generales que las validan<br />
o invalidan. Correspondientemente, el reconocimiento mutuo de los distintos<br />
miembros de la sociedad ya no puede discurrir sobre la pertenencia<br />
común a una determinada tradición moral (o sobre la reciprocidad de<br />
comportamiento dentro de ella), sino sólo sobre el reconocimiento mutuo<br />
de su carácter de individuos en cuanto tales, capaces de criticar racionalmente<br />
toda norma moral tradicional y de mantener, a pesar de ello, su identidad<br />
personal a lo largo y ancho de su vida.<br />
Apoyado, sobre todo, en trabajos de Rainer Dóbert39, Habermas reconstruye<br />
una lógica de desarrollo de las cosmovisiones religiosas y de las estructuras<br />
normativas, que se corresponde con la que acabamos de resumir<br />
para la conciencia moral individual. Los tres estadios en esa secuencia de<br />
las cosmovisiones religiosas son: el mito (sociedades arcaicas), el politeísmo<br />
(primeras grandes culturas) y el monoteísmo de ¡as grandes religiones universales<br />
(grandes culturas desarrolladas y modernidad) *.<br />
" Prescindo en lo que sigue de matizaciones y de distinciones de subestadios. El<br />
lector interesado puede acudir a la literatura de Habermas citada en la nota 23.<br />
” D óbert, R., Systemiheorie und die Entwicklung religidser Deutungssysleme,<br />
Ffm. 1973; «Zur Logik des Obergangs von archaischen zu hochkulturellen Rcligionssystemen»,<br />
en Eder, K. (editor). Seminar: Die Entstehung von Klassengesellschaften,<br />
Ffm. 1973; «Die evolutionare Bedeutung der Reformation», en Seyfarth. C., y Sprondel,<br />
W. M. (editores), Religión und gesellschaflliche Entwicklung, Ffm. 1974.<br />
" Para el comentario que sigue me oriento sobre todo por ZweiR, 34 ss. Un estudio<br />
más detallado puede verse en KuKr, 207 ss.