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LA TEORIA CRITICA DE LA SOCIEDAD DE HADERMAS

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64 T E O R IA C R IT IC A D E <strong>LA</strong> S O C IE D A D D E IIA IIER M A S<br />

cipio de reciprocidad resulta ser ahora el principio mismo de organización<br />

de los procesos de la producción y reproducción social. Por eso, desde ahora<br />

en adelante, el poder opresor se puede legitimar ‘desde abajo’ en vez de<br />

‘desde arriba’ (mediante recurso a las tradiciones culturales)»,s. Vamos<br />

a comentar brevemente este texto de Habermas.<br />

La forma de producción capitalista se fue desarrollando sobre el mecanismo<br />

del mercado, cuyo principio de funcionamiento era el del libre<br />

intercambio de valores equivalentes. La racionalidad del mecanismo del<br />

mercado, avalada por el desarrollo sin precedentes del sistema productivo,<br />

se movía dentro de la esfera de la acción técnica (la Economía como «subsistema<br />

de acción técnica»). El Derecho Natural racional, toda la estructura<br />

jurídica que nace con la sociedad burguesa, no viene sino a codificar<br />

la estructura económica de esa sociedad. La ordenación de la propiedad<br />

—y con ella, la de la forma en que se han de repartir las cargas y los<br />

frutos del trabajo social—deja de estar anclada directamente en una esfera<br />

política legitimada por las tradiciones culturales y religiosas, y pasa a fundamentarse<br />

directamente en la misma estructura del proceso económico de<br />

producción: «la ordenación de la propiedad deja de ser una relación política<br />

y pasa a ser una relación de producción» El reparto desigual de<br />

cargas y frutos se legitima ahora directamente en las necesidades técnicas<br />

de funcionamiento del sistema productivo, si bien con referencia a una<br />

categoría «política» del tipo de acción comunicativa: la equivalencia del<br />

intercambio, como principio técnico del funcionamiento de la Economía,<br />

garantiza la justicia de esa forma de producción burguesa. La forma de<br />

producción capitalista, al socavar el poder legitimador de las tradiciones<br />

culturales, llena a la vez el hueco creado: el mismo funcionamiento del<br />

sistema económico puede tomar sobre sí la tarea legitimadora.<br />

Esta invasión del marco institucional por el subsistema técnico-económico<br />

está alentada por una doble tendencia hacia la «racionalización» de sectores<br />

de la vida humana que antes estaban dominados por acciones de tipo<br />

comunicativo. Por un lado, el desarrollo de la producción capitalista exige<br />

la transformación de numerosas instituciones, en la dirección de una capacidad<br />

creciente de funcionamiento acomodado a los criterios de la racionalidad<br />

técnica o estratégica: así, las transformaciones en la organización del trabajo,<br />

los transportes, las comunicaciones, la esfera judicativa, la burocracia<br />

estatal, etc. Pero esta tendencia de racionalización «desde abajo» (el<br />

desarrollo de la infraestructura económica impulsa la transformación del<br />

marco institucional) no se para en la transformación de estos sectores más<br />

directamente conectados con la esfera económica, sino que llega a penetrar<br />

y empapar otros sectores de la vida humana, tradicionalmente mucho más<br />

ligados a un tipo de acción comunicativa: la familia, la enseñanza, las<br />

organizaciones sanitarias, en una palabra, toda una forma de vida. Los<br />

criterios de racionalidad técnica, los criterios de productividad, llegan a in-<br />

15 T u W , 69 (subrayados míos); Z R ekH ist, 28 s.<br />

“ T u W , 70.

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