Logica - Juan Jose Sanguineti
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LOGICA DEL RACIOCINIO<br />
per se notae quoad nos, directamente cognoscibles para el hombre:<br />
a éstas las llamamos proposiciones evidentes, y se alcanzan por<br />
inducción esencial.<br />
Verdades evidentes para todos o sólo para algunos. Cabe una<br />
ulterior división entre proposiciones evidentes comunes (per se<br />
notae ómnibus), y evidentes para los sabios, expertos, más<br />
entendidos (per se notae sapientibus):<br />
a) Evidencias particulares: la dedicación a las ciencias, o la<br />
experiencia adquirida en determinados sectores, confiere a muchas<br />
personas la capacidad de captar manifiestamente algunas verdades<br />
que no percibe la gente corriente. «Hay ciertas proposiciones<br />
inmediatas cuyos términos no son conocidos por todos. Por eso,<br />
aunque el predicado sea parte de la noción del sujeto (de ratione<br />
subiecti), como la definición del sujeto no es conocida por todos,<br />
no es preciso que tales proposiciones sean universalmente<br />
conocidas» (In I Anal. Post., lect. 5). Para el químico que conoce<br />
bien las propiedades del sodio o del carbono, para el médico que<br />
sabe con detalle cómo funciona el organismo humano, hay muchos<br />
conocimientos evidentes sobre los que no necesita razonar ni<br />
repetir las exploraciones experimentales: son verdades per se notae<br />
sapientibus.<br />
b) Evidencias comunes: en cambio, hay aspectos de las cosas<br />
tan cercanos y familiares a la experiencia de cualquier persona, que<br />
su evidencia alcanza a todos. «Los términos de algunas proposiciones<br />
son conocidos por todos, como ente, uno, y otros que<br />
pertenecen al ente en cuanto tal, pues el ente es la primera<br />
concepción del intelecto. En consecuencia, tales proposiciones son<br />
per se notae no sólo de suyo, sino quoad omnes. Por ejemplo, que<br />
«lo mismo no puede ser y no ser» o que «el todo es mayor que su<br />
parte», y cosas semejantes» (In I Anal. Post., lect. 43). Se trata de<br />
los conocimientos comunes a toda la humanidad que se alcanzan<br />
con el ejercicio espontáneo del intelecto, y que abarcan los<br />
principios fundamentales de la realidad (principios metafísicos),<br />
los de la ley moral natural, y los de la experiencia común. El<br />
lenguaje corriente suele referirse a ellos con el término de «sentido<br />
común».<br />
De todos modos, algunas veces estos principios comunes son<br />
captados menos claramente por quien padece un desorden<br />
intelectual que disminuye su connaturalidad con la verdad. Por<br />
ejemplo, los dementes no juzgan rectamente sobre la realidad, o<br />
los principios morales no son bien entendidos cuando faltan las<br />
debidas disposiciones voluntarias. De ahí que el parámetro<br />
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