gabriel-garcc3ada-mc3a1rquez-el-otoc3b1o-del-patriarca
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lo descubría y lo desentrañaba a pesar de los sicarios de la seguridad<br />
presidencial que le enredaban los hilos de la verdad y le ponían estorbos<br />
invisibles, cómo le parece, mi general, habrá que venadearlo en un<br />
despeñadero, habrá que resbalarle la mula, pero él lo impidió con la orden<br />
personal de vigilarlo pero preservando su integridad física repito preservando<br />
integridad física permitiendo absoluta libertad todas facilidades cumplimiento su<br />
misión por mandato inap<strong>el</strong>able desta autoridad máxima obedézcase cúmplase,<br />
firmado, yo, e insistió, yo mismo, consciente de que con aqu<strong>el</strong>la determinación<br />
asumía <strong>el</strong> riesgo terrible de conocer la imagen verídica de su madre Bendición<br />
Alvarado en los tiempos prohibidos en que todavía era joven, era lánguida,<br />
andaba envu<strong>el</strong>ta en harapos, descalza, y tenía que comer por <strong>el</strong> bajo vientre,<br />
pero era b<strong>el</strong>la, padre, y era tan cándida que completaba los loros más baratos<br />
con colas de gallos finos para hacerlos pasar por guacamayas, reparaba<br />
gallinas baldadas con plumas de abanicos de pavos para venderlas como aves<br />
d<strong>el</strong> paraíso, nadie se lo creía, por supuesto, nadie caía por inocente en los<br />
orzu<strong>el</strong>os de la pajarera solitaria que susurraba entre la niebla de los mercados<br />
dominicales a ver quién dijo uno y se la lleva gratis, pues todo <strong>el</strong> mundo la<br />
recordaba en <strong>el</strong> páramo por su ingenuidad y su pobreza, y sin embargo parecía<br />
imposible demostrar su identidad porque en los archivos d<strong>el</strong> monasterio donde<br />
la habían bautizado no se encontró la hoja de su acta de nacimiento y en<br />
cambio se encontraron tres distintas d<strong>el</strong> hijo y en todas era él tres veces<br />
distinto, tres veces concebido en tres ocasiones distintas, tres veces parido mal<br />
por la gracia de los artífices de la historia patria que habían embrollado los hilos<br />
de la realidad para que nadie pudiera descifrar <strong>el</strong> secreto de su origen, <strong>el</strong><br />
misterio oculto que sólo <strong>el</strong> eritreno consiguió rastrear apartando los numerosos<br />
engaños superpuestos, pues lo había vislumbrado, mi general, lo tenía al<br />
alcance de la mano cuando sonó <strong>el</strong> disparo inmenso que seguía repercutiendo<br />
en los espinazos grises y las cañadas profundas de la cordillera y se oyó <strong>el</strong><br />
interminable aullido de pavor de la mula desbarrancada que iba cayendo en un<br />
vértigo sin fondo desde la cumbre de las nieves perpetuas a través de los<br />
climas sucesivos e instantáneos de los cromos de ciencias naturales d<strong>el</strong><br />
precipicio y <strong>el</strong> nacimiento exiguo de las grandes aguas navegables y las<br />
cornisas escarpadas por donde se trepaban a lomo de indio con sus herbarios<br />
secretos los doctores sabios de la expedición botánica, y las mesetas de