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Etnografías de lo digital - UNED

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III Congreso Online - Observatorio para la Cibersociedad<br />

‘Conocimiento abierto, Sociedad libre’<br />

31<br />

<strong>Etnografías</strong> <strong>de</strong> <strong>lo</strong> Digital<br />

Grupo <strong>de</strong> trabajo<br />

proyecciones y rumores sobre otros usuarios <strong>de</strong>l chat. El tono era absolutamente <strong>de</strong><br />

jovial cotilleo, como si <strong>lo</strong> mejor que se pudiera hacer al conversar con una persona<br />

perteneciente al mismo espacio fuera compartir fuentes e informaciones para darle<br />

‘soli<strong>de</strong>z’ y ‘credibilidad’ vital a las vidas que se proyectaban en el canal <strong>de</strong> chat. Más<br />

allá <strong>de</strong> las fértiles correlaciones que pudieran establecerse <strong>de</strong> estas observaciones,<br />

<strong>lo</strong> cierto es que en su momento, durante el trabajo <strong>de</strong> campo, pensaba que estas<br />

entrevistas no estaban dando el resultado esperado. La trivialidad <strong>de</strong> las<br />

conversaciones y mi empeño metodológico no me <strong>de</strong>jaban ver que, en realidad,<br />

estaba captando información etnográfica <strong>de</strong> primer or<strong>de</strong>n, el primer grado <strong>de</strong>l<br />

conocimiento etnográfico. .<br />

2.4. Cuestionarios<br />

Otro recurso más <strong>de</strong> la investigación etnográfica son <strong>lo</strong>s cuestionarios. En un trabajo<br />

<strong>de</strong> campo sobre un grupo social geográficamente disperso, este recurso se vuelve<br />

imprescindible: el cuestionario me permitiría ampliar el espectro <strong>de</strong> mis entrevistas y<br />

corregir una eventual centralidad <strong>de</strong> mi propio lugar <strong>de</strong> resi<strong>de</strong>ncia, cuando para <strong>lo</strong>s<br />

grupos sociales que estaba observando, esta centralidad no tenía ninguna<br />

relevancia. A<strong>de</strong>más, como <strong>de</strong>scubrí <strong>de</strong>spués, el cuestionario, un documento <strong>de</strong> texto<br />

enviado por correo electrónico, permitía a <strong>lo</strong>s usuarios un espacio <strong>de</strong> auto-reflexión<br />

interesante. Los cuestionarios siempre iban a usuarios con <strong>lo</strong>s que ya tenía contacto<br />

y a <strong>lo</strong>s que había explicado <strong>de</strong>talladamente el objetivo <strong>de</strong> <strong>lo</strong>s mismos. A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> la<br />

sistematización <strong>de</strong> las respuestas y <strong>de</strong> <strong>lo</strong>s datos que me aportaba, <strong>lo</strong>s cuestionarios<br />

contestados <strong>de</strong>bían dar lugar a una conversación posterior, en un chat privado,<br />

don<strong>de</strong> se comentarían las respuestas.<br />

Hasta ahí, la teoría metodológica. La realidad no terminó <strong>de</strong> ser exactamente<br />

así. Tanto el cuestionario como, especialmente, la conversación posterior, tenían un<br />

alto componente <strong>de</strong> mofa sobre el propio rol <strong>de</strong>l usuario y, aún más, sobre mi rol<br />

como investigador. Las respuestas a las preguntas, el hecho <strong>de</strong> poner un<br />

cuestionario entre el usuario y el investigador, <strong>de</strong> repente, alteraba las reglas <strong>de</strong>l<br />

juego. El propio cuestionario como producto y su retórica ligeramente académica<br />

marcaban nuestra interacción con un hálito extra-ordinario, fuera <strong>de</strong> <strong>lo</strong> habitual. El<br />

contexto mediático y cultural, que a finales <strong>de</strong> <strong>lo</strong>s ’90 y primeros <strong>de</strong> esta década,<br />

marcaban la práctica <strong>de</strong>l chateo como algo nuevo, raro y un poco peligroso, no era<br />

compartido en absoluto por la mayoría <strong>de</strong> <strong>lo</strong>s usuarios, pero estos no eran ajenos a<br />

esta corriente cultural. Como consecuencia <strong>de</strong> ambas cosas (la aparición <strong>de</strong>l bisturí<br />

etnográfico en forma <strong>de</strong> cuestionario y el contexto cultural <strong>de</strong> ‘novedad’ social <strong>de</strong>l<br />

chat), <strong>lo</strong>s cuestionarios conducían a menudo a un juego don<strong>de</strong> se me reclamaba un<br />

veredicto inmediato a partir <strong>de</strong> la lectura <strong>de</strong>l cuestionario, como si fuera un test<br />

psicológico que fuera a <strong>de</strong>svelar cualquier tipo <strong>de</strong> trastorno <strong>de</strong> la conducta o la<br />

personalidad (como, en cierto modo, proyectaban las noticias <strong>de</strong> <strong>lo</strong>s mass media,<br />

que regularmente mostraban casos aberrantes producidos por efecto <strong>de</strong> Internet).<br />

Así, el cuestionario tenía como consecuencia una puesta en cuestión <strong>de</strong> mi rol<br />

como investigador y la creación <strong>de</strong> una nueva distancia etnográfica. A la vez, el<br />

resultado <strong>de</strong> esto era la banalización <strong>de</strong> este rol y <strong>de</strong>l cuestionario, que pasaban a<br />

ser tomados en broma. Nuevamente, como en el caso anterior, esta trivialización<br />

metodológica me hizo dudar <strong>de</strong> la seriedad <strong>de</strong>l estudio, perdiéndome, en primera<br />

instancia, la fértil información etnográfica implícita en el intercambio que se estaba<br />

produciendo.

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