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Anuario Espírita 2003 - Federación Espírita Española

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apidez, empujándome los dedos entre los dientes, para morderlos de<br />

rabia. Casi nunca puedo rezar más fácil y más tranquilamente que durante<br />

tal excitación. Mientras mi cuerpo se revuelve por la tierra, y los<br />

sacerdotes me cubren, como a Satanás, de conjuros, siento una alegría<br />

indescriptible de haberme convertido en Satanás, no por rebeldía contra<br />

Dios, sino debido a la miseria de mi alma. (De acuerdo con el<br />

desenvolvimiento posterior, este sacerdote parece sufrir de un proceso<br />

esquizofrénico)”.<br />

2 – Pp. 185-186 – “La paciente (Engelken) tuviera relaciones<br />

amorosas con Wilhelm X. Después de entrar, poco a poco, a través de<br />

fases de depresión y manía, en su psicosis, es de la siguiente forma que<br />

narra el curso ulterior, una vez recuperada de la fase aguda: ‘Lloraba<br />

horriblemente, estaba enteramente fuera de mí, llamaba a personas<br />

distantes que me eran queridas. Tenía la impresión de que todo se juntara<br />

alrededor de mí. Pero al minuto siguiente todo lo olvidaba y una alegría<br />

luminosa se apoderaba de mí. El mundo entero me giraba en la cabeza.<br />

Mezclaba muertos y vivos, yo estaba en el medio; alrededor de mí todo<br />

rodaba. Oía las voces de personas fallecidas con absoluta claridad: entre<br />

ellas, la de Wilhelm X. (…) Veía otras figuras, entre ellas, a una señora<br />

bellísima. Tenía la impresión que del mismo modo que Juana de Arco,<br />

me era necesario luchar por lo amado, conquistarlo. No obstante,<br />

exhausta, sentía una fuerza sobrehumana. Ni tres personas conseguían<br />

dominarme; a veces, observaba que él luchaba de una forma y procedía<br />

de otra forma. No quería abandonarme a la indolencia: se cerrara el<br />

círculo de acción de mis fuerzas mentales y, por eso, quería usar de las<br />

fuerzas físicas. (…) No sé decir como fue que conseguí deshacerme de<br />

ese lindo sueño, que me parecía tan importante para mí… No sé decir<br />

de qué manera conseguí recuperar la razón completamente… La dolencia<br />

me dejó en el alma muchos vestigios y cierto desánimo, no lo puedo<br />

negar. Puedo afirmar que los nervios me quedaron un tanto agotados,<br />

no siento placer en estar con las personas, no tengo estímulo, placer, ni<br />

disposición para realizar las cosas. Las recordaciones que tengo de mi<br />

estado son por lo demás tan intensas que sería imposible no percibir lo<br />

que restó’.<br />

3 – Pp – 230-231 – Discurriendo sobre los disturbios psicóticos<br />

ANUARIO ESPÍRITA 109

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