Anuario Espírita 2003 - Federación Espírita Española

prosiguiendo la jornada de amor de construcción de un mundo mejor,
haciendo nuestra parte, pues usted realizó con primor y espléndida
competencia la suya.
Amigo, usted prosigue su jornada, que Dios le ilumine la nueva
etapa, que Jesús le inspire en las nuevas responsabilidades, que serán
muchas debido a su capacidad y el momento que vivimos de renovación
del planeta, en el que Cristo no prescinde de ninguno de sus trabajadores…
Y por aquí lo seguiremos recordando siempre.
Continúe inspirándonos para que logremos buenas cosechas en
nuestra sencilla huerta, que es sembrada y regada con mucho amor, con el
amor que usted nos ayudó a cultivar en la tierra árida de nuestros corazones.
Vaya mi amigo, siga su camino. Y ya que estoy al final de mi crónica,
permítame agregar otro título, además de amigo; lo llamaré apóstol, pues
los que abrazan el Evangelio con tamaño fervor y cumplen con el deber
con tamaño amor traen en el alma este título otorgado por Jesús a los que
comprenden la grandeza de la obra divina.
Siga su destino, amigo y apóstol de Cristo.
Y concluyendo, quiero dedicar una frase que vino a la luz por sus
manos, pidiendo permiso al Divino Maestro, para modificarla ligeramente
y parafrasearla en su homenaje:
“–¡Ave, Chico! ¡Los que le guardarán para siempre en el corazón
le glorifican y saludan!”
Quizás con frases semejantes le hayan recibido en el Plano
Espiritual…
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