Anuario Espírita 2003 - Federación Espírita Española
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los demás y siempre tenía roces con los otros, raspándolos e hiriéndoles a<br />
todos.<br />
Oyendo la protesta del tornillo y mirando su piel toda arrugada y<br />
callosa, la lija no tuvo como protestar alegando inocencia. Era verdad que<br />
ella era ruda y grosera.<br />
Sin embargo, antes de retirarse molesta con la acusación del tornillo,<br />
trató en su manera seca y áspera, de acusar al serrucho, diciendo que, en<br />
verdad, él era un cínico que permanecía siempre con sus dientes expuestos,<br />
riéndose de los demás, y que siempre que le correspondía trabajar, trataba<br />
de cortar y agredir con su boca enorme y sus dientes muy afilados.<br />
Reconociendo que la lija estaba hablando la verdad, el serrucho<br />
quedó rojo de la rabia y trató de acusar al cepillo diciendo que era un<br />
aprovechador, que adoraba rebanar a todo el mundo con su cuchilla<br />
devoradora, fingiéndose muy bueno pero cortando en la carne a todo<br />
aquello que tocaba, arrancando pedazos.<br />
El cepillo se vio atacado y, antes de aceptar en silencio la acusación,<br />
abrió su boca grande y afilada y se volvió contra el metro, diciendo que él<br />
era un engreído pues siempre permanecía midiendo a los demás según su<br />
propia medida, como si él fuese el único perfecto que existiese en la<br />
carpintería.<br />
Mientras el metro oía la acusación del cepillo y, por su parte, se<br />
preparaba para acusar al clavo, la reunión fue interrumpida con la llegada<br />
del carpintero que entró en el taller sin dar mucha importancia al congreso<br />
de las herramientas.<br />
Vistió su ropa de trabajo y comenzó su labor.<br />
Tomó el martillo, usó el serrucho, el clavo, el tornillo, el serrucho,<br />
la lija, el metro y otras herramientas.<br />
Finalmente, el grueso tablón de madera inicial se convirtió en un<br />
lindo mueble.<br />
Cuando la carpintería quedó nuevamente a solas, la asamblea de las<br />
herramientas se reinició.<br />
Frente al mueble artísticamente construido, el martillo habló:<br />
ANUARIO ESPÍRITA 97