Anuario Espírita 2003 - Federación Espírita Española

del habla, deteniéndose en el mutismo y en la logorrea: “Hay veces en
que [los pacientes] hablan muy bajo, casi un murmullo confuso; en otras
ocasiones, son capaces de gritar con increíble fuerza, llegando a
enroquecer, pero sin dejar de hablar. Unos parecen hablar para sí mismos,
exaltándose; otros hablan de modo absolutamente maquinal. No es raro
notarse propensión a la acentuación rítmica”.
“Aunque ignoramos lo que se vivencia en esas descargas
fonomotoras, podemos, entre tanto, establecer dos modalidades de
fenómenos, gracias a las autonarraciones de los pacientes. 1. Unos
vivencian verdadera compulsión verbal como impulso instintivo, que
puede variar de intensidad. Ciertos enfermos consiguen dominarla; otros
tienden a ceder, aunque la sientan torturante y espasmódica; otros, aún,
libres de cualquier idea de compulsión, se abandonan sin inhibiciones, al
flujo verbal. 2. Hay otros psicóticos que vivencian el movimiento del
aparato fonogénico como espontáneo, portándose con relación al
fenómeno como si fuesen espectadores. De esos productos verbales
espontáneos, oímos hablar en un caso el del enfermo que era compelido
a rugir. Veamos una narración de Kandinsky: ‘Dolenin sintió, de un
momento a otro, que la lengua se le comenzaba a mover no sólo sin
deliberación suya, sino, hasta contra su voluntad, a hablar alto y de
forma rapidísima; y hablar cosas que en ningún caso debería decir. Al
comienzo, el enfermo quedó asustado y perplejo con la aparición de ese
desacostumbrado fenómeno, visto ser muy desagradable en sí y por sí
sentirse, de súbito, manejado tal cual verdadero autómata; pero, cuando
comenzó a comprender la significación de lo que la lengua le tarareaba,
creció el susto del paciente, pues lo que se constató fue que daba noticias,
abiertamente, de su culpabilidad en graves crímenes políticos,
atribuyéndose a sí mismo, algunas veces, esos planos, en los cuales
jamás pensara. Sin embargo, la voluntad no le conseguía dominar la
lengua, que repentinamente, se tornara automática’” Y Karl Jaspers,
honestamente, confiesa: “De esos casos, que, en apariencia, son claros;
se pasa a una serie de otros, en los cuales los fenómenos son los mismos,
aunque ya no se pueda hablar de semejante oposición entre el yo y el
flujo verbal”.
4 – Pp. 235-236 – Después de afirmar que desde el punto de vista
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