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Anuario Espírita 2003 - Federación Espírita Española

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que no valía la pena amamantar la que era deformada. Pensaba que ella no<br />

pudiese sobrevivir. Pero, después pensé conmigo misma: “¿Por qué debe<br />

morir el pequeño ángel?” Sentí pena de ella e intenté amamantarla, y así<br />

me quedé con ellas, además de mi hijo. Sí, yo tenía tres niños en el seno.<br />

¡Pero era joven y fuerte y me alimentaba bien! Y Dios me dio tanta leche<br />

que tuve la suficiente y más bien de sobra. Yo acostumbraba amamantar<br />

dos de cada vez, mientras el tercero esperaba. Cuando uno terminaba yo<br />

tomaba el tercero. Y así Dios me permitió amamantar a los tres. Pero,<br />

cuando mi hijo llegó a los tres años, lo perdí. Y Dios nunca más me dio<br />

otros hijos. Pero comenzamos a vivir en una situación confortable.<br />

Actualmente vivimos con el dueño del molino. Recibimos buen salario y<br />

vivimos bien. Pero no tenemos hijos nuestros. ¡Cómo sería solitaria la<br />

vida sino fuese por estas dos niñas! ¿Cómo podría yo dejar de amarlas?<br />

¡Para mí, ellas son como la cera en la vela!<br />

La mujer apretó contra su cuerpo a la niña inválida y con la otra<br />

mano procuró enjugar las lágrimas que le descendían por el rostro.<br />

Matriona suspiró y dijo:<br />

–El viejo dicho no está muy errado: “El hombre puede vivir sin<br />

padre ni madre, pero sin Dios nadie puede”.<br />

Mientras conversaban, de repente, un relámpago pareció irradiarse<br />

de aquel rincón de la cabaña donde estaba sentado Mikhailo. Todos lo<br />

miraron y ¡qué maravilla! Mikhailo con las manos cruzadas en el pecho,<br />

miraba hacia lo alto y sonreía.<br />

!<br />

La mujer se fue con las niñas. Mikhailo se levantó del banco, puso<br />

de lado el trabajo, se sacó el delantal, hizo una profunda reverencia al<br />

zapatero y a su esposa y dijo:<br />

–Adiós, amigos. Dios me perdonó. ¿Ustedes también me perdonan?<br />

Semyon y Matriona comprendieron que había sido Mikhailo que<br />

irradiara aquella luz. Semyon se levantó, se curvó profundamente delante<br />

de él y le dijo:<br />

200 ANUARIO ESPÍRITA

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