Anuario Espírita 2003 - Federación Espírita Española

homenaje prestado por este compositor al Mesías: “Jesús, la Alegría de
los Hombres”.
J.S. Bach (1685-1750) fue contemporáneo de otro inspirado
compositor, también nacido en Alemania, Georg Friedrich Haendel (1685-
1759), autor de la más linda y exuberante obra del oratorio universal, del
más emotivo homenaje prestado al Maestro Jesús, considerada la más
sacra de las músicas consagradas a Él, el más elevado tributo rendido por
un compositor al Redentor de la Humanidad, esa apoteósica pieza del
oratorio: El Mesías.
Haendel supo, como nadie, musicalizar la Epopeya de Luz del hijo
de María, en la cual se destaca el incomparable “Hallelujah” (Aleluya),
cantado por decenas de voces y que ha sido tan difundido por el mundo.
Merece realce mayor la escena que describe la resurrección, como si él
estuviese allí, como testigo ocular, registrando aquel retorno triunfal del
Mesías que venciera el silencio del túmulo.
Para componer este poema musical, Haendel investigó todos
los pasajes del Antiguo y del Nuevo Testamento, estableciendo una
ligazón entre los Profetas anunciadores del advenimiento del Mesías,
su nacimiento en la sencillez del pesebre, la misión, la pasión, el suplicio,
la ya referida resurrección y, como epílogo, la ascensión al Mundo
Mayor, en Betania.
El inspirado compositor, médium de la música, sin duda, asistido
por lo Más Alto, vertió para la Tierra esa joya sacra en apenas 24 días, y el
estreno ocurrió en la ciudad de Dublín, Irlanda, en 1742.
Fueron 24 días de absoluta reclusión sin visitas y con poca
alimentación, según narra su criado, que agrega: “Él escribía las notas
musicales sin mirar para la pauta; pues tenía la vista fija en el espacio, en
el vacío, en las estrellas y alguna vez lloraba mientras escribía. Estaba
ausente del mundo, inconsciente”.
He aquí la psicografía, en su más amplia y santificada expresión.
Esta sería su última creación, pues la ceguera se pronunció
enseguida, volviéndose total en 1751, obligando al iluminado músico al
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