Anuario Espírita 2003 - Federación Espírita Española

CRÓNICA PARA
FRANCISCO
CÂNDIDO XAVIER
Joamar Zanolini Nazareth
jonazareth@mednet.com.br
Amigo Chico, inicialmente busqué una palabra que antecediese a
su nombre, y la mejor que me surgió en la mente fue la de amigo, título
abrazado por el propio Cristo con el calor de su amor por todos nosotros.
Nos perdemos tantas veces en el torbellino de las luchas humanas
y nos olvidamos de contemplar la presencia de Dios en nuestras vidas.
Usted siempre lo hizo con maestría, admirando el simple vuelo de un
escarabajo, el colorido de una flor, la sonrisa maliciosa de un niño, la
esperanza en los ojos de quien sufre, el brillo en la cara de quien sentía de
cerca el perfume de la caridad…
Chico, me acostumbré a estar con usted todos los días. Si no podía
hacerlo físicamente, por las contingencias de la vida, lo hacía siempre
después del almuerzo, cuando leía una lección de los libros biográficos
acerca de su vida, hábito que inicié hace casi diez años, y cumplo
religiosamente. Algunas veces conversé con usted, driblando la natural
protección de los que querían preservarlo, y otras veces pude sentir su
dulce presencia en las noches cuando acudía al Grupo Espírita de la Prece.
Y en estas lecturas diarias aprendi mucho con el ejemplo y madurez de
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