Anuario Espírita 2003 - Federación Espírita Española

Chico Xavier comparecía, todos los sábados, por
la tarde, en el trabajo asistencial del Grupo Espírita
de la Prece, “a la sombra de la mata de aguacate”constituido
de comentarios doctrinarios atención
personal, y distribución de alimento y dinero.
quien trae en el alma la
experiencia y la sabiduría en
la ciencia de la vida, cuántas
veces reí con usted, en otras
las lágrimas lavaron mis ojos
en la emoción de su sencillez
cristiana y su verdadero amor
por las criaturas de Dios...
Y Jesús es testigo de
que mi cariño siempre estuvo
dirigido a la gratitud y
admiración por el espíritu
heroico que supo representar
tan bien el Evangelio de
Cristo, sin permitirme nunca la
idolatría y el culto a la
personalidad, que tanto
combatí entre compañeros que
se embriagaban con su figura,
olvidando seguirle el ejemplo
de amor al semejante, de
fidelidad a los postulados
espíritas, de incentivo y apoyo
a todos los trabajadores
espíritas que lo procuraban
con sus dudas y anhelos, y
usted siempre supo llamarlos a la razón, como un padre amoroso y
comprensivo de las flaquezas de sus hijos. Mientras muchos se debatían
por tocarle el cuerpo pasajero, aprendí con usted a abrazarle el alma eterna,
absorbiéndole las palabras y actitudes, estudiando su obra como hombre y
como médium, divulgándola, hablando de ella, escribiendo sobre ella,
multiplicando las mentes, los cerebros y corazones amparados por su luz,
sin dejar nunca de acuñar con algún pasaje de su vida o frases de amigos
espirituales, mis palabras habladas y escritas.
Amigo Chico, a una semana de completar setenta y cinco años de
apostolado mediúmnico, al iniciarse el mes en que todos estamos
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