Anuario Espírita 2003 - Federación Espírita Española
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Semyon se aproximó más, y de repente el hombre pareció revivir.<br />
Levantó la cabeza y miró a los ojos a Semyon.<br />
Y, con esta mirada, le conquistó el corazón.<br />
Semyon soltó las botas de fieltro en el suelo, se sacó el cinturón, lo<br />
colocó sobre las botas y se sacó el caftán.<br />
–¡No hay nada más que decir! –exclamó.– ¡Vista las ropas! ¡Ahora!<br />
Lo tomó por el codo, para ayudarlo, y dio un impulso para erguirlo<br />
del suelo. El hombre se levantó.<br />
Notó Semyon que el cuerpo del joven tenía gracia y estaba limpio,<br />
que tenía las manos y los pies bien hechos y un rostro agradable. Puso el<br />
caftán sobre los hombros del joven. Pero, él no conseguía meter los brazos<br />
en las mangas. Semyon lo ayudó, le puso el abrigo por encima,<br />
envolviéndole en él y le apretó el cinturón.<br />
Iba a darle al forastero su desgastada gorra con visera, pero sintió<br />
frío en la cabeza y se dijo a sí mismo: El tope de mi cabeza está calvo y él<br />
tiene una cabellera larga y ondulada.<br />
Y volvió a colocarse la gorra en la cabeza.<br />
Es mejor que le dé estas botas.<br />
Lo obligó a sentarse y le calzó las botas de fieltro.<br />
Después de tenerlo vestido así, dijo el zapatero:<br />
–Ahora, hermano, simplemente muévase y se pondrá caliente. Todas<br />
esas cosas están en otras manos que no son las nuestras. ¿Puede caminar?<br />
El hombre se levantó, miró afectuosamente a Semyon, pero no<br />
logró articular ni una palabra.<br />
–¿Por qué usted no dice nada? No podemos pasar el invierno aquí.<br />
¡Muévase!<br />
El hombre comenzó a moverse. Andaba con facilidad, y no se atrasó.<br />
–¿De dónde es usted, si puedo preguntar?<br />
182 ANUARIO ESPÍRITA