Anuario Espírita 2003 - Federación Espírita Española
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afuera, pero a nuestro lado, el incremento de las carencias y necesidades de<br />
nuestros hermanos, sumidos en pruebas acuciantes y dolorosas. Ellos<br />
demandan nuestras demostraciones de sensibilidad, de generosidad, de entrega<br />
— en síntesis — de auténtica fraternidad. Arremanguémonos, y codo a codo<br />
hagámonos portadores — tanto como nunca antes — para los que sufren, del<br />
sustento del cuerpo y del pan del espíritu. Hagamos efectivamente — como los<br />
Guías recomiendan — de cada sociedad un puesto de socorro. Respondamos<br />
con amor al llamado de esta hora sombría, que parece ser el momento ideal para<br />
la derrota definitiva del egoísmo y la ambición, y el consecuente triunfo del<br />
espíritu.<br />
El Espiritismo nos da una visión dinámica de la vida. Ese punto de vista<br />
constituye un privilegio en estos momentos de crisis, pues nuestra fe nos<br />
infunde la seguridad de que, minuto a minuto, nuestras decisiones edifican el<br />
futuro. Si anhelamos bienestar, trabajo digno para todos, progreso auténtico,<br />
apreciemos los hábitos del estudio, incluyendo las manifestaciones del arte y<br />
la cultura para enriquecer nuestras vidas y desarrollar las potencias del espíritu,<br />
cuidemos de ellas sembrando día tras día, con denodada persistencia,<br />
empezando por nosotros mismos. La mejoría depende de nosotros. Así, al<br />
mismo tiempo iremos reparando nuestra siembra insensata del ayer, que ha<br />
dado lugar a la amarga cosecha que la vida nos ha devuelto hoy, y estaremos<br />
construyendo un futuro mejor.<br />
Si embargo, es importante reconocer lo valioso de este momento,<br />
culminante en nuestras trayectorias evolutivas. Es un momento para decisiones<br />
drásticas, que debe representar el abandono definitivo de obscuros lastres,<br />
para extraer de nuestra alma, pensamientos, impulsos y acciones que respondan<br />
a la Ley de Dios.<br />
Hermanos espíritas transformémonos ya desde lo individual, hagamos<br />
brillar nuestra Luz, según la invitación del Maestro, y podremos materializar en<br />
unión las pautas renovadoras del Bien, que contagien optimismo y esperanza a<br />
los desposeídos, hasta conseguir levantarnos de la ciénaga en la que nos hallamos,<br />
arrastrando junto con nosotros hacia la Luz a todos nuestros semejantes, en un<br />
proceso generalizado de redención y madurez espiritual, que a lo largo de las<br />
reencarnaciones conquistaremos en el Tercer Milenio, con la certeza de la<br />
conciencia en paz como tesoro de felicidad inalienable.<br />
(Texto principal del discurso pronunciado por el Señor Presidente de la<br />
Confederación Espiritista Argentina en el acto de apertura de los festejos del<br />
102°. Aniversario, el 14 de junio de 2002).<br />
ANUARIO ESPÍRITA 241