Anuario Espírita 2003 - Federación Espírita Española
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ien que mi caso sea idéntico al de los enfermos mentales, bien que<br />
represente una excepción, de cualquier manera es para concluir que existe<br />
otra vida después de la muerte’. (Wildermuth)”.<br />
5 – P. 354 – Parte de una nota de pie de página, complementando<br />
las observaciones del Autor sobre las características del arte esquizofrénico,<br />
especialmente la pintura, cuyos contenidos más frecuentes son, entre otros,<br />
la representación de seres fabulosos, aves siniestras, criaturas humanas y<br />
animales deformados en caricaturas: “Se relatan (refiriéndose a los trabajos<br />
de W. Morgenthaler y Julios Spring) detalladamente las pinturas de diez<br />
esquizofrénicos. Se toca, ligeramente, en áreas de contacto, diseños<br />
infantiles, diseños de adultos sin entrenamiento, modelos de pueblos<br />
primitivos, esculturas de todas las civilizaciones, arte popular, arte<br />
mediúmnico”. A propósito, el suplemento ¡Más!, de la Folha de São Paulo,<br />
del domingo, 18 de agosto de 2002, trae el artículo “Los colores y los<br />
riesgos del alma”, de Isaías Pessotti, en las páginas 18 y 19, analizando el<br />
libro Psiquiatría, Locura y Arte, organizado por Eleonora H. Antunes,<br />
Lucia S. Barbosa y Lygia de Francia Pereira (São Paulo, Edusp, 2002).<br />
6 – Pp 496-497 – “Al comienzo de la enfermedad mental, ciertas<br />
personas experimentan un sentimiento sombrío de alteración (como si<br />
estuviesen bajo el poder de encantamientos, brujerías, o con aumento de<br />
la sensualidad etc.), condensándose en una conciencia de eminente locura.<br />
En qué consiste esa conciencia no se puede decir precisamente; es<br />
resultante de innumerables sentimientos individuales, no constituyendo<br />
simple juicio, mas teniendo de hecho esas vivencias.<br />
“De cómo se instala el sentimiento, aunque la psicosis nada tenga<br />
en sí de desagradable, narra una señora sujeta a crisis periódicas: ‘Para<br />
mí, la enfermedad en sí y por sí, nada tenía que asustase; a no ser el<br />
momento en que nuevamente sentía perturbación y no sabía de que modo<br />
vendría ahora’. Otro paciente, también padeciendo de psicosis breves,<br />
con abundantes vivencias, escribe: ‘Los instantes más horribles de mi<br />
vida son la transición del estado consciente para el de confusión, con el<br />
sentimiento de miedo que lo acompaña’. Con relación a los fenómenos<br />
prodrómicos, dice el mismo paciente: ‘Lo que hay de siniestro, en la<br />
enfermedad, es que aquél a quien ella acomete no consigue controlar la<br />
transición de la actividad mental sana para la actividad enferma’.<br />
112 ANUARIO ESPÍRITA