Anuario Espírita 2003 - Federación Espírita Española

almas fallidas, alumnos repitientes de las lecciones de la vida, no siempre
consiguiendo, por sí mismos, liberarse de las influencias de perseguidores
desencarnados, o de la acción de sus cómplices de otros tiempos. Es urgente
que en el trabajo preventivo al uso indebido de drogas sean evaluadas las
acciones de desobsesión que la Casa Espírita ofrece, pues el esclarecimiento
transmitido en los programas de estudios doctrinarios, a la luz de la moral
evangélica, debe facultar la posibilidad de asistencia espiritual más efectiva.
Entendemos que varios jóvenes son inducidos a la drogadicción
por influencia espiritual inferior. Hay jóvenes que reciben buena orientación
doméstica, que viven en un ambiente familiar sin mayores conflictos, que
son estimados por los progenitores y demás parientes, pero,
lamentablemente, buscan en los placeres proporcionados por las drogas
su alimento espiritual. En verdad, tales jóvenes son Espíritus que traen a
la reencarnación anomalías psíquicas o patologías espirituales — no
siempre perceptibles por los demás encarnados que comparten la existencia.
En este caso, la influencia espiritual, es un factor preponderante.
Consideramos oportuno destacar que es necesario que todos los
trabajadores espíritas — dirigentes, instructores, médiums, expositores,
orientadores, al igual que los niños y jóvenes — obtengan informaciones
correctas sobre las sustancias químicas que pueden llevar a la dependencia.
El esclarecimiento de un asunto es el primer paso para evitar los peligros
existentes en el camino a ser trillado en la vida. La persona esclarecida,
poseyendo el conocimiento, sabe utilizar mejor su libre albedrío.
Comprendemos que debe haber un esclarecimiento general y más frecuente
sobre las drogas consideradas lícitas — como las bebidas alcohólicas, el
tabaquismo y ciertos tipos de medicamentos — y las drogas ilícitas.
El estado actual de la vida en el Planeta ha favorecido el relajamiento
de las costumbres. El nivel de tolerancia a comportamientos moralmente
equivocados viene induciendo a muchos padres y educadores a no valorizar
sus efectos en la formación del carácter de los niños y de los jóvenes. El
tráfico de drogas cuenta con fuerte esquema de apoyo de Espíritus situados
en las regiones de mayor desequilibrio existentes aquí. El traficante busca
tanto al joven pobre como al rico, suministrando a cada uno aquello que
ellos consideran necesario a la manutención del desequilibrio espiritual.
El joven pobre que se droga lo hace porque alega ser víctima de traumas
socioeconómicos. El joven rico desciende a los caminos de la ilusión
pasajera que ofrecen las drogas porque encuentra muchas facilidades en
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