Anuario Espírita 2003 - Federación Espírita Española

conmemorando setenta años del lanzamiento de su primera obra
mediúmnica, Parnaso de Além Túmulo, usted resolvió cambiar de
dirección… Cuando oímos la noticia de su retorno a la Espiritualidad
pensamos que era una broma o alguna falsa alarma como tantas otras que
nos habituamos a oír. Cuántas veces le desencarnaron, amigo, y usted
continuó firme con nosotros, haciendo oraciones y vibrando por aquellos
que pensaron que comparecerían a su velorio…
Pero un día la noticia tendría que ser verdadera. ¡Y como siempre
usted nos sorprendió! Escogió un día cinco estrellas para salir de la escena
material del mundo. Aguardó un día en que nuestros corazones ya habían
sido examinados, el ritmo cardíaco ya había sido ajustado, la sonrisa
perdiera la herrumbre acumulada, y el canal de las lágrimas fuera
lubrificado… Un trabajador cinco estrellas escogiendo un día cinco
estrellas para recibir el diploma de su cumplimiento del deber. En medio
de la fiesta humana usted inició una fiesta espiritual, creo que incluso en
esta salida estratégica usted no tenga noción del significado de ese día
para nuestros corazones. En su sincera humildad usted no se imaginaba el
tamaño del amor que sentimos por usted. Escogió un día cinco estrellas,
pero usted, Chico, no es un hombre cinco estrellas, pues es un número
muy pequeño para homenajear a un verdadero trabajador de Cristo; usted
es un hombre mil estrellas, pues los que se consagran con vigor y sacrificio
a la causa del Divino Maestro alcanzan toda la bóveda celestial, donde
constelaciones enteras de mensajeros abrazan a los servidores que retornan.
Querido amigo, resolví escribirle esta crónica pues con certeza,
centenares de artículos estarán saliendo en los periódicos espíritas y no
espíritas de este país y del exterior, loando su vida, recordando pasajes
bellísimos de su jornada, diversos hechos que están narrados con tanta
competencia en las decenas de libros que hablan sobre usted, su vida, así
como tantos otros que serán escritos a partir de ahora, festejando su paso
por la Humanidad. ¿Y qué podría yo agregar a ese rico y abundante
material? Soy un simple operario de las letras, un contador de historias,
un pequeño servidor, aún aprendiz, mas algo en mí ya siento grande,
enorme: mi amor por Cristo, por la Doctrina Espírita, y por los apóstoles
que, después de intensos sufrimientos y ásperas caminatas, no nos dejan
olvidar la figura del Divino Amigo. Por eso le escribo esta crónica, pues
apenas quiero dar noticias de nuestro terruño, y de cómo estamos
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