Anuario Espírita 2003 - Federación Espírita Española
Anuario Espírita 2003 - Federación Espírita Española
Anuario Espírita 2003 - Federación Espírita Española
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
–Oí y me convenció lo que la madre decía: coloqué una de las niñas<br />
en su seno y la otra en sus brazos y regresé con el Señor al cielo. Volé con<br />
rapidez y le dije: “No puedo traer el alma de la madre. El padre fue muerto<br />
por un árbol, la madre dio a luz gemelas, y me imploró para que no llevase<br />
su alma”. Ella me dijo: “Déjeme criar a mis hijitas, déjeme amamantarlas y<br />
enseñarlas a andar. Es imposible que los niños puedan vivir sin padre ni<br />
madre”.<br />
–Y el Señor dijo: “Ve y trae el alma de la madre y tú tendrás que<br />
aprender tres lecciones: Aprenderás lo que hay en el hombre, lo que no es<br />
dado saber al hombre y de qué viven los hombres. Cuando hayas aprendido<br />
esas tres lecciones, podrás regresar al cielo”.<br />
Regresé a la Tierra y llevé el alma de la madre. Las pequeñas cayeron<br />
del seno. El cuerpo sin vida rodó un poco sobre la cama y le aplastó el pie.<br />
Subí sobre la aldea e iba a entregar el alma a Dios, cuando un viento me<br />
pegó, mis alas dejaron de moverse y caí. El alma subió solita hacia Dios y<br />
yo caí de regreso en la Tierra.<br />
!<br />
Semyon y Matriona sabían en ese momento quién era aquél a<br />
quien habían vestido y dado de comer, quien estuviera morando con<br />
ellos, y se les saltaron lágrimas de tristeza y alegría. Y el ángel<br />
continuó:<br />
–Yo estaba allá en el campo, desnudo y solito. Hasta entonces,<br />
nunca supiera lo que era la pobreza humana. No conociera ni frío ni hambre<br />
y, en aquel momento, yo era un hombre. Estaba con hambre, muriendo de<br />
frío, y no sabía que hacer. Vi, al otro lado del campo, una capilla construida<br />
para el servicio de Dios. Fui a la capilla de Dios, pensando en obtener<br />
abrigo en ella. Pero estaba cerrada y no pude entrar. Me agaché detrás de<br />
la capilla para protegerme del viento. Llegó la noche, sentía hambre y frío<br />
y todo el cuerpo me dolía. De repente, oí a un hombre andando por el<br />
camino, con un par de botas en la mano, hablando sólo. En aquel momento,<br />
vi por primera vez, desde que me tornara hombre, la cara de un hombre<br />
mortal; quedé lleno de desolación e intenté esconderme de él. Y oí a ese<br />
hombre mientras se preguntaba a sí mismo cómo debía protegerse del<br />
202 ANUARIO ESPÍRITA