Pío Baroja A v i r a n e t a o l a v i d a d e u n c o n s p i r a d o r XLII LA OBRA DE AVIRANETA ELORRIO fue y hab<strong>la</strong>ron <strong>la</strong>rgamente. Tanto <strong>Aviraneta</strong> como Elorrio sospechaban que Espartero no iba a hacer ningún esfuerzo para coger al pretendiente, y que no sólo no iba a hacer esfuerzo alg<strong>un</strong>o, sino que le iba a <strong>de</strong>jar escapar. Entre <strong>Aviraneta</strong> y el sargento i<strong>de</strong>aron <strong>un</strong> p<strong>la</strong>n para pren<strong>de</strong>r a Don Carlos. La mayoría <strong>de</strong> los carlistas que estaban en Elizondo dispuestos a pasar <strong>la</strong> frontera no conocían <strong>la</strong> topografía <strong>de</strong>l puerto <strong>de</strong> Otzondo, que com<strong>un</strong>ica Elizondo con Añoa por el caserío <strong>de</strong> Dancharinea. Pensaban, sin duda, que <strong>la</strong> frontera estaría a <strong>un</strong> paso, y hay sus cuatro horas <strong>la</strong>rgas <strong>de</strong> camino. Elorrio y <strong>Aviraneta</strong> <strong>de</strong>cidieron que los chapelgorris prepararan <strong>la</strong> emboscada contra Don Carlos en el camino que va <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Urdax a <strong>la</strong> frontera. Este camino era el más indicado para apo<strong>de</strong>rarse <strong>de</strong>l pretendiente. Elorrio puso su gente en el sitio estratégico; pero, a pesar <strong>de</strong> <strong>la</strong> diligencia <strong>de</strong> los chapelgorris, <strong>la</strong> emboscada no dio resultado. A <strong>la</strong>s dos <strong>de</strong> <strong>la</strong> tar<strong>de</strong> se presentaron los cristinos en <strong>la</strong>s alturas que dominan a Urdax; comenzó <strong>un</strong> fuego muy vivo contra ellos el regimiento Cántabro. Zaba<strong>la</strong> había avisado al pretendiente, y Don Carlos y <strong>la</strong> familia real comenzaron a marchar hacia <strong>la</strong> frontera en medio <strong>de</strong> <strong>un</strong>a compañía. Elorrio y los suyos, al compren<strong>de</strong>r que escoltado por <strong>la</strong> compañía iba Don Carlos, se echaron sobre el<strong>la</strong> y <strong>la</strong> <strong>de</strong>sbarataron. El parecido extraordinario <strong>de</strong> Don Carlos con <strong>un</strong> oficinista <strong>de</strong>l real, <strong>la</strong> confusión <strong>de</strong>l momento y <strong>la</strong> necesidad <strong>de</strong> obrar con rapi<strong>de</strong>z, hicieron que, en vez <strong>de</strong> pren<strong>de</strong>r al pretendiente, <strong>un</strong> chapelgorri <strong>de</strong> Elorrio cogiera preso al oficinista <strong>de</strong>l real, a quien soltó en seguida que comprendió el error. Aquel estúpido Borbón pudo atravesar <strong>la</strong> frontera sin tropiezo. Unas horas <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber abandonado el pretendiente el suelo <strong>de</strong> España y <strong>de</strong> refugiarse en Francia, Gamboa pasó a Urdax, tuvo <strong>un</strong>a <strong>la</strong>rga conferencia con Espartero, e hizo su conquista. Gamboa llevaba plenos po<strong>de</strong>res <strong>de</strong> <strong>la</strong> masonería y <strong>de</strong>l partido progresista para pactar con el general victorioso. <strong>Aviraneta</strong>, que lo supo no sabemos por qué conducto, mandó inmediatamente al Consu<strong>la</strong>do inglés <strong>de</strong> Bayona <strong>un</strong> parte dirigido a <strong>la</strong> reina advirtiéndole lo que pasaba y aconsejándo<strong>la</strong> que empleara todos los medios posibles para impedir que los progresistas aceptaran <strong>la</strong> jefatura <strong>de</strong> Espartero, pues <strong>la</strong> jefatura <strong>de</strong> <strong>un</strong> militar en <strong>un</strong>o <strong>de</strong> los partidos <strong>de</strong>l Gobierno podía producir gran<strong>de</strong>s daños al país, llevándolo al militarismo. Don Eugenio era <strong>de</strong> los que veían peligro en <strong>la</strong> prepon<strong>de</strong>rancia militar. La mujer <strong>de</strong> Espartero se enteró <strong>de</strong> este aviso en Madrid, y se lo com<strong>un</strong>icó a su marido, y Espartero no se lo perdonó n<strong>un</strong>ca a <strong>Aviraneta</strong>. Por más <strong>de</strong> que luego dijo el general que su encono <strong>de</strong>pendía <strong>de</strong> tenerlo por <strong>conspirador</strong> y por intrigante, <strong>la</strong> causa verda<strong>de</strong>ra fue este parte que don Eugenio envió a <strong>la</strong> reina. Mientras <strong>Aviraneta</strong> se encontraba en Bayona, se intrigó en Madrid contra él, y se le quiso enviar a Filipinas <strong>de</strong> factor <strong>de</strong> Tabacos; pero don Eugenio no aceptó el cargo. Pocos días <strong>de</strong>spués tuvieron los bayoneses el espectáculo <strong>de</strong> ver pasar por <strong>la</strong> ciudad a alg<strong>un</strong>os <strong>de</strong> los jefes carlistas que gozaban por entonces <strong>de</strong> cierta fama en Francia. Quién había visto a Merino y reconocido por los retratos, otro había in<strong>de</strong>ntificado a Vil<strong>la</strong>rreal con su aire <strong>de</strong> enfermo, al barón <strong>de</strong> los Valles, a Elío, al duque <strong>de</strong> Granada, a Val<strong>de</strong>spina y al príncipe <strong>de</strong> Lichnowsky. Un domingo <strong>de</strong> septiembre, Bayona se transformó en <strong>un</strong> campamento carlista. A <strong>la</strong>s once <strong>de</strong> <strong>la</strong> mañana, dos compañías francesas llegaron batiendo marcha, conduciendo a <strong>la</strong> Subprefectura al 127
Pío Baroja A v i r a n e t a o l a v i d a d e u n c o n s p i r a d o r séquito <strong>de</strong>l pretendiente. A <strong>la</strong> cabeza <strong>de</strong> <strong>la</strong>s compañías iban varios oficiales montados a caballo. Se vio al infante Don Sebastián con aire sombrío y huraño, vestido <strong>de</strong> <strong>un</strong>iforme y con <strong>la</strong> espada al cinto. A <strong>la</strong> misma hora entraban en el parque <strong>de</strong>l castillo <strong>de</strong> Marrac <strong>de</strong> tres a cuatro mil carlistas <strong>de</strong>sarmados, escoltados por <strong>la</strong> tropa francesa. Entre el público se encontraba don Eugenio <strong>de</strong> <strong>Aviraneta</strong>. María Luisa <strong>de</strong> Taboada se acercó a él, dio <strong>un</strong>a palmada en el hombre <strong>de</strong>l <strong>conspirador</strong> y le dijo con voz sorda: —¡Infame, traidor! ¡Ésa es tu obra! 128