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Aviraneta, o la vida de un conspirador - AMPA Severí Torres

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Pío<br />

Baroja A v i r a n e t a o l a v i d a d e u n c o n s p i r a d o r<br />

—Ma<strong>la</strong>s —dijo don Eugenio.<br />

—¿Qué cree usted que se necesitaría para sobornar <strong>un</strong>a guarnición como <strong>la</strong> <strong>de</strong> San Sebastián?<br />

—Yo me figuro que <strong>un</strong>os cuarenta o cincuenta mil duros —contestó <strong>Aviraneta</strong>.<br />

—No los tenemos.<br />

—Y si no tiene usted medios, ¿qué va usted a hacer, general?<br />

—Ya no tengo más remedio que <strong>la</strong>nzarme. Salga lo que saliere —dijo Mina.<br />

A los pocos días hubo contestación <strong>de</strong>l hermano <strong>de</strong> Campillo, y en <strong>un</strong>a venta solitaria<br />

<strong>de</strong>sdob<strong>la</strong>ron <strong>la</strong> carta, dieron con <strong>un</strong> pincel el reactivo y aparecieron <strong>la</strong>s letras.<br />

Campillo <strong>de</strong>cía que los oficiales <strong>de</strong> Santan<strong>de</strong>r y <strong>de</strong> Santoña estaban dispuestos a entrar en el<br />

movimiento siempre que se contase con los jefes que ocupaban los altos cargos. A<strong>de</strong>más, ponían<br />

como condición el que Mina asumiese <strong>la</strong> responsabilidad <strong>de</strong> lo que se hiciera; que el mismo general<br />

respondiera <strong>de</strong> que en el interior <strong>de</strong> <strong>la</strong> nación sec<strong>un</strong>darían el pron<strong>un</strong>ciamiento y que se les enviaran<br />

fondos para ganar a los sargentos y a los soldados.<br />

<strong>Aviraneta</strong> fue con <strong>la</strong> carta a ver al general Mina. El general <strong>de</strong>cidió que se viera a <strong>un</strong> judío<br />

l<strong>la</strong>mado Silva que vivía en Saint-Esprit.<br />

Fueron <strong>Aviraneta</strong> y Aguado a ver al judío. El banquero era pálido, <strong>de</strong> perfil hebraico, muy fino,<br />

muy atento.<br />

Escuchó sonriendo lo que le <strong>de</strong>cían y dijo que hab<strong>la</strong>ría a Mendizábal y que intentaría influir y<br />

conseguir todo lo que estuviera <strong>de</strong> su parte.<br />

Salieron <strong>de</strong> casa <strong>de</strong> Silva. Aguado se quedó en Saint-Esprit, y dijo que por <strong>la</strong> noche, al terminar<br />

<strong>la</strong> re<strong>un</strong>ión <strong>de</strong> los caudillos en casa <strong>de</strong> Mina, iría a <strong>de</strong>cirle a <strong>Aviraneta</strong> el resultado a <strong>la</strong> fonda <strong>de</strong><br />

Iturri...<br />

Después <strong>de</strong> cenar se re<strong>un</strong>ieron en el cuarto <strong>de</strong> <strong>Aviraneta</strong> Ochoa, Lacy e Iturri. A <strong>la</strong>s once <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

noche llegó Aguado.<br />

—¿Qué hay? —preg<strong>un</strong>taron con ansiedad al auditor.<br />

—El proyecto está rechazado. Los <strong>de</strong>más jefes a quien ha expuesto Mina los propósitos <strong>de</strong><br />

uste<strong>de</strong>s han dicho que son inútiles.<br />

<strong>Aviraneta</strong>, <strong>de</strong>spechado y molesto por <strong>la</strong> incomprensión <strong>de</strong> los jefes liberales, se fue a pasar <strong>un</strong>os<br />

días a Ustáriz, sin querer tomar parte en nada.<br />

En Ustáriz se supo <strong>la</strong> <strong>de</strong>rrota <strong>de</strong> los liberales. De los quinientos hombres <strong>de</strong> Valdés y Butrón que<br />

habían luchado en Vera, más <strong>de</strong> cien habían quedado en España entre muertos, heridos y<br />

prisioneros.<br />

Mina y Jáuregui se habían salvado haciendo prodigios <strong>de</strong> valor. Mina anduvo por los montes,<br />

<strong>de</strong>sorientado, perseguido y ojeado por perros <strong>de</strong> caza * que echaron los realistas tras él. Después <strong>de</strong><br />

fatigas enormes, rendido y con <strong>la</strong>s viejas heridas echando sangre, llegó a Francia.<br />

<strong>Aviraneta</strong>, que tenía carta <strong>de</strong> seguridad y no había tomado parte en el movimiento, volvió a<br />

Bayona días <strong>de</strong>spués. Allí, por mediación <strong>de</strong> Iturri, se le comisionó para que, secretamente, fuera<br />

vendiendo los caballos que se habían salvado <strong>de</strong> <strong>la</strong> expedición. <strong>Aviraneta</strong> hizo el encargo, y fue<br />

vendiendo los caballos guardados en el bosque <strong>de</strong> Saint-Pee a los tratantes españoles y franceses ( 1 ).<br />

*<br />

En el original existen <strong>un</strong>as erratas que hacen que <strong>la</strong>s páginas 196, 187 y 188 estén intercambiadas, pero se subsana en<br />

esta edición digital [Nota <strong>de</strong>l escaneador].<br />

1<br />

<strong>Aviraneta</strong> no tomó parte en <strong>la</strong> expedición <strong>de</strong> Vera. Yo pensaba que en esta época <strong>Aviraneta</strong> se encontraba en Bayona,<br />

y que por algún motivo particu<strong>la</strong>r no intervino en <strong>la</strong> tentativa <strong>de</strong> Mina; pero M. Núñez <strong>de</strong> Arenas ha encontrado <strong>un</strong><br />

documento que <strong>de</strong>muestra que <strong>Aviraneta</strong> llegó a Bayona dos o tres meses <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> <strong>la</strong> expedición <strong>de</strong> Vera. Sus viajes<br />

a San Sebastián fueron ciertos, pero los realizó, sin duda, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> <strong>la</strong> expedición <strong>de</strong> 1830.<br />

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