Aviraneta, o la vida de un conspirador - AMPA Severí Torres
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Pío<br />
Baroja A v i r a n e t a o l a v i d a d e u n c o n s p i r a d o r<br />
bastante extraño y original, apellidado Michelena.<br />
Michelena, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> pertenecer al Aventino, estaba afiliado a <strong>un</strong>a secta l<strong>la</strong>mada <strong>de</strong> los<br />
teofilántropos, que tenía su centro en París.<br />
¿Cómo este buen organista, que apenas había salido <strong>de</strong> Irún, pertenecía a aquel<strong>la</strong> sociedad?<br />
El mismo Michelena se lo contó a Eugenio. Unos años antes pasó por Irún <strong>un</strong> hombre humil<strong>de</strong> y<br />
harapiento. Venía <strong>de</strong> Hendaya a pie. El tipo andrajoso se l<strong>la</strong>maba Andrés Santa Cruz, natural <strong>de</strong> <strong>un</strong><br />
pueblo <strong>de</strong> <strong>la</strong> Alcarria; quería volver a su tierra y morir en el<strong>la</strong>.<br />
Santa Cruz contó su <strong>vida</strong> a Michelena.<br />
En su juventud, sintiendo mucha afición a leer, y creyéndose abogado en el ambiente estrecho <strong>de</strong><br />
España, salió <strong>de</strong> su pueblo a pie hacia París. Le entusiasmaban los enciclopedistas franceses y<br />
quería conocerlos.<br />
Al llegar a Tours, <strong>un</strong> príncipe alemán que pasaba en su carroza le encontró tendido en <strong>la</strong> c<strong>un</strong>eta<br />
<strong>de</strong> <strong>la</strong> carretera; se acercó a él, le preg<strong>un</strong>tó quién era, y quedó asombrado <strong>de</strong> los muchos conocimientos<br />
<strong>de</strong>l vagab<strong>un</strong>do. El príncipe le ofreció el cargo <strong>de</strong> preceptor <strong>de</strong> sus hijos, y Santa Cruz aceptó.<br />
El alcarreño fue a vivir a Londres, pasó allí varios años, se hizo masón, conoció a Cagliostro, que<br />
le inició en el magnetismo y le dio varias recetas <strong>de</strong>elixires y sortilegios, y al comenzar <strong>la</strong><br />
Revolución francesa no pudo resistir a <strong>la</strong> tentación, y, <strong>de</strong>jando su cargo, se tras<strong>la</strong>dó a París en 1790.<br />
En París, Santa Cruz se hizo amigo <strong>de</strong> <strong>un</strong> profesor <strong>de</strong> Botánica y diputado <strong>de</strong> <strong>la</strong>s Constituyentes,<br />
l<strong>la</strong>mado Larreveillière-Lepaux.<br />
Durante el terror, Larreveillière y Santa Cruz estuvieron escondidos en <strong>un</strong>a buhardil<strong>la</strong>.<br />
Larreveillière dibujaba láminas <strong>de</strong> Botánica y Santa Cruz trabajaba como sastre. Cuando se<br />
estableció el Directorio, f<strong>un</strong>daron con otros <strong>la</strong> Sociedad <strong>de</strong> los Teofilántropos. Larreveillière llegó a<br />
ser <strong>un</strong> personaje, y Santa Cruz siguió siendo hombre oscuro.<br />
Santa Cruz y Michelena se entendían muy bien; el organista tocaba en su casa, en el c<strong>la</strong>vicordio,<br />
trozos <strong>de</strong> Juan Sebastián Bach y <strong>de</strong> Haydn; el vagab<strong>un</strong>do contó su <strong>vida</strong> y explicó sus i<strong>de</strong>as.<br />
El organista había experimentado gran sorpresa al hab<strong>la</strong>r con Santa Cruz y conocer su sistema<br />
político-social; él lo aceptó, lo transformó a su gusto y mezcló en él <strong>la</strong> religión, <strong>la</strong> música, <strong>la</strong><br />
teofi<strong>la</strong>ntropía y el magnetismo, Jesucristo, Bach y Mesmer. Ilustraba sus argumentaciones con<br />
trozos musicales. <strong>Aviraneta</strong> no tenía ningún entusiasmo por estas lucubraciones fantasmagóricas. El<br />
movimiento, <strong>la</strong> acción, <strong>la</strong> <strong>vida</strong> intensa, dinámica, era lo que atraía a nuestro héroe.<br />
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