Aviraneta, o la vida de un conspirador - AMPA Severí Torres
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Pío<br />
Baroja A v i r a n e t a o l a v i d a d e u n c o n s p i r a d o r<br />
Pizarro, que se l<strong>la</strong>maba J. Bosque, empleado en el Ministerio <strong>de</strong> Hacienda.<br />
El periodista francés amigo <strong>de</strong> <strong>Aviraneta</strong> se l<strong>la</strong>maba René <strong>de</strong> Baissac, y a éste se dirigió don<br />
Eugenio para que fuera en su lugar a París, ya que él no podía ir en persona a enterarse <strong>de</strong> lo que allí<br />
se tramaba.<br />
René <strong>de</strong> Baissac llegó a París, y fue muy bien recibido por los amigos <strong>de</strong> Fanny, a quien don<br />
Eugenio pidió cartas <strong>de</strong> recomendación.<br />
Pronto se hizo amigo <strong>de</strong> los principales jefes <strong>de</strong> <strong>la</strong> conspiración, y el día 5 <strong>de</strong> agosto <strong>Aviraneta</strong><br />
recibía <strong>un</strong>a carta <strong>de</strong> su confi<strong>de</strong>nte con noticias muy interesantes. Le <strong>de</strong>cía que en Barcelona querían<br />
impedir a <strong>la</strong> reina que volviera a Madrid, <strong>de</strong>spojar<strong>la</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> regencia y embarcar<strong>la</strong> para Nápoles; los<br />
<strong>conspirador</strong>es se hacían los progresistas, pero en el fondo lo que <strong>de</strong>seaban era <strong>de</strong>rrocar <strong>la</strong><br />
Constitución. Thiers sabía que el viaje a Barcelona era <strong>un</strong>a ce<strong>la</strong>da, y se lo había avisado a <strong>la</strong> reina.<br />
Convenía que cuanto antes volviera <strong>la</strong> Corte a Madrid, a<strong>de</strong><strong>la</strong>ntándose a que el con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Parcent,<br />
Valdés y <strong>de</strong>más cabezas <strong>de</strong> <strong>la</strong> conspiración consiguieran amotinar Barcelona y echar a <strong>la</strong> reina.<br />
Todas estas noticias fueron, por conducto <strong>de</strong> <strong>Aviraneta</strong>, a Pita Pizarro. Querían, a<strong>de</strong>más, los<br />
franciscanistas proc<strong>la</strong>mar al infante Francisco <strong>de</strong> Pau<strong>la</strong> regente por tres meses, y casar a Isabel con<br />
el hijo mayor, que tenía diecinueve años, y que tomara este matrimonio lo antes posible <strong>la</strong>s riendas<br />
<strong>de</strong>l Estado.<br />
Las verda<strong>de</strong>ras tramas <strong>de</strong> <strong>la</strong> conjuración contra <strong>la</strong> reina radicaban en Londres y en Madrid; al<br />
infante le engañaban con esperanzas <strong>de</strong> darle <strong>la</strong> regencia, pero el Gabinete inglés era el que<br />
verda<strong>de</strong>ramente mandaba en este as<strong>un</strong>to.<br />
<strong>Aviraneta</strong> enviaba toda c<strong>la</strong>se <strong>de</strong> avisos a <strong>la</strong> reina para que se fuera a Madrid cuanto antes. No lo<br />
hizo o no pudo hacerlo, y vino <strong>la</strong> revolución y se perdió María Cristina.<br />
Llegada a Perpiñán, se presentó a <strong>la</strong> reina don Patricio <strong>de</strong> <strong>la</strong> Escosura, y habiendo preg<strong>un</strong>tado <strong>la</strong><br />
reina por <strong>Aviraneta</strong> a este señor, le avisó a don Eugenio que Su Majestad se dirigía a Marsel<strong>la</strong>.<br />
<strong>Aviraneta</strong> fue a Marsel<strong>la</strong>, se presentó a <strong>la</strong> reina, que le recibió muy bien, y hab<strong>la</strong>ron mucho <strong>de</strong><br />
los as<strong>un</strong>tos <strong>de</strong> España. La reina le dijo que <strong>de</strong>seaba que se pusiera <strong>de</strong> acuerdo con el marqués <strong>de</strong><br />
Miraflores.<br />
Al día siguiente, don Eugenio recibió <strong>un</strong> billete <strong>de</strong>l marqués <strong>de</strong> Miraflores citándole al<br />
Consu<strong>la</strong>do español. Tuvieron <strong>Aviraneta</strong> y el marqués <strong>un</strong>a conversación <strong>la</strong>rga, y trataron <strong>de</strong> los<br />
medios que <strong>de</strong>bían emplear para realizar <strong>un</strong>a reacción y <strong>de</strong>rribar <strong>de</strong>l Po<strong>de</strong>r al general Espartero.<br />
<strong>Aviraneta</strong> propuso el p<strong>la</strong>n que le parecía más asequible y el dinero que creía necesario.<br />
Salió inmediatamente don Eugenio, y en <strong>la</strong> diligencia, al llegar a Arlés, se le presentó <strong>un</strong><br />
caballero elegante que le preg<strong>un</strong>tó si era él <strong>un</strong> español, que residía en Tolosa, que había ido a<br />
conferenciar con <strong>la</strong> reina Cristina. Don Eugenio dijo que sí. Entonces el caballero dijo:<br />
—Las autorida<strong>de</strong>s han recibido el aviso <strong>de</strong> que se le arreste a usted y se le conduzca a <strong>la</strong> frontera<br />
<strong>de</strong> Italia; se lo advierto para que vea lo que va a hacer y no sea <strong>de</strong>tenido.<br />
A esto había hecho el signo masónico <strong>de</strong> inteligencia y reconocimiento, al que contestó don<br />
Eugenio. Fueron los dos a <strong>un</strong> cuarto separado que había en <strong>un</strong> café inmediato, y allí <strong>Aviraneta</strong> le<br />
contó todo lo que le ocurría.<br />
—Ha obrado usted como <strong>un</strong> bravo español —dijo el señor—; no tenga usted cuidado, que yo le<br />
salvaré.<br />
Llevó a su casa a don Eugenio, en don<strong>de</strong> estuvo cerca <strong>de</strong> diez días. Este señor, rico comerciante<br />
<strong>de</strong> harinas, tenía muchas influencias en el pueblo, y, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber hab<strong>la</strong>do con el comisario <strong>de</strong><br />
policía, pudo continuar don Eugenio su viaje hasta Tolosa.<br />
En Tolosa le manifestaron <strong>la</strong>s autorida<strong>de</strong>s que tenían ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> expulsarle <strong>de</strong> Francia y que esta<br />
medida <strong>la</strong> había solicitado el entonces embajador español en París.<br />
Don Eugenio dijo que se encontraba enfermo, y se metió en su cuarto sin salir casi más que <strong>de</strong><br />
noche; suspendió su correspon<strong>de</strong>ncia con Pita Pizarro, y <strong>de</strong>l único que recibía alg<strong>un</strong>a noticia era <strong>de</strong>l<br />
marqués <strong>de</strong> Miraflores.<br />
Escribió <strong>un</strong> folleto, que envió al marqués <strong>de</strong> Miraflores para que figurara en <strong>la</strong>s Memorias <strong>de</strong><br />
este señor, insertándolo en <strong>la</strong> historia <strong>de</strong> los siete primeros años <strong>de</strong>l reinado <strong>de</strong> Isabel II. En 1843, el<br />
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