Pío Baroja A v i r a n e t a o l a v i d a d e u n c o n s p i r a d o r disculparse; pero <strong>Aviraneta</strong> le habló con energía. Le dijo: —Si yo tuviera <strong>un</strong> poco <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r, antes <strong>de</strong> cinco minutos estaría usted fusi<strong>la</strong>do. Don Jerónimo Merino hizo <strong>de</strong> tripas corazón y se calló al verse cogido en el <strong>la</strong>zo. Aparejaron <strong>un</strong> carricoche. —Don Jerónimo, a montar —dijo <strong>Aviraneta</strong> al cura. El cura Merino, bramando <strong>de</strong> coraje, salió <strong>de</strong>l cuarto, bajó <strong>la</strong> escalera, cruzó el zaguán <strong>de</strong> <strong>la</strong> posada y subió al vehículo. La escolta, mandada por <strong>un</strong> sargento, ro<strong>de</strong>ó al coche, que tomó el camino <strong>de</strong> Lerma. Merino fue puesto en libertad por <strong>la</strong>s autorida<strong>de</strong>s superiores. Durante el invierno, <strong>Aviraneta</strong> siguió su <strong>vida</strong> habitual, trabajando mucho en sus tres cargos en Aranda. El cura Merino volvió poco <strong>de</strong>spués a salir al campo con sus realistas. El jefe político <strong>de</strong> Burgos, don Joaquín Escario, conferenció <strong>un</strong> día con <strong>Aviraneta</strong> para comenzar <strong>la</strong> nueva campaña que había que empren<strong>de</strong>r contra el cura Merino. Las fuerzas dispuestas eran ya consi<strong>de</strong>rables: dos batallones <strong>de</strong> infantería y dos escuadrones <strong>de</strong> caballería. El jefe político no podía entregar el mando a <strong>Aviraneta</strong>; así que tendría que ir como <strong>de</strong>legado <strong>de</strong>l Gobierno con los comandantes Osorio y Suero. Vaciló <strong>Aviraneta</strong> en aceptar cargo tan subalterno; pero al asegurarle el jefe político que el Gobierno había <strong>de</strong>spachado <strong>un</strong>a or<strong>de</strong>n al Empecinado para que tomase el mando <strong>de</strong> <strong>la</strong>s tropas <strong>de</strong> <strong>la</strong> provincia, aceptó. Se <strong>de</strong>cidió formar <strong>un</strong>a compañía vo<strong>la</strong>nte, dirigida por él, que haría el servicio <strong>de</strong> información. A <strong>la</strong> medianoche <strong>de</strong>l 29 al 30 <strong>de</strong> abril salía <strong>la</strong> columna <strong>de</strong>l Empecinado para Covarrubias, precedida <strong>de</strong> <strong>la</strong> patrul<strong>la</strong> exploradora <strong>de</strong> <strong>Aviraneta</strong>. No consiguieron que el cura cayera en ning<strong>un</strong>a trampa. Conocía el terreno como nadie y contaba con el paisanaje. Tras <strong>de</strong> esta campaña contra Merino, <strong>Aviraneta</strong> <strong>de</strong>jó el ejército y volvió a Aranda <strong>de</strong> Duero, a seguir en sus cargos <strong>de</strong> regidor, subteniente y comisionado <strong>de</strong>l Crédito Público. Era <strong>la</strong> primavera <strong>de</strong> 1821. Unos días <strong>de</strong>spués tomaba <strong>Aviraneta</strong> <strong>la</strong> diligencia para Madrid. Muchas veces <strong>de</strong>cidió ocuparse únicamente <strong>de</strong> sus as<strong>un</strong>tos personales. Pensaba así respon<strong>de</strong>r al olvido en que le tenía <strong>la</strong> gente <strong>de</strong> Madrid. Había trabajado tanto como el que más por el tri<strong>un</strong>fo <strong>de</strong> <strong>la</strong> Constitución y <strong>de</strong> <strong>la</strong> libertad; expuesto su <strong>vida</strong>, empleado parte <strong>de</strong> su dinero, acudido siempre al primer l<strong>la</strong>mamiento, y, a pesar <strong>de</strong> esto, nadie se acordaba <strong>de</strong> su persona ( 1 ). <strong>Aviraneta</strong> encontraba <strong>la</strong> hostilidad siempre en todas partes; sus trabajos, sus esfuerzos, su <strong>de</strong>sinterés no se apreciaban, no tenían valor. Las recompensas saltaban al llegar a él. Se hubiera creído que alguien tenía <strong>la</strong> constante intención <strong>de</strong> anu<strong>la</strong>rle, <strong>de</strong> achicarle. <strong>Aviraneta</strong> quiso durante algún tiempo tomar el pulso a Madrid y ver si <strong>de</strong> <strong>la</strong> baraúnda <strong>de</strong> opiniones <strong>de</strong> <strong>un</strong>os y <strong>de</strong> otros se sacaba algo en limpio. Pronto pudo ver que no se sacaba nada. La revolución españo<strong>la</strong> era como <strong>un</strong> carro pesado tirado por mariposas: no podía avanzar. 1 En <strong>la</strong> sesión <strong>de</strong>l Congreso <strong>de</strong>l 12 <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong> 1821, el señor don Martín González <strong>de</strong> Navas, canónigo <strong>de</strong> San Isidro y diputado a Cortes por <strong>la</strong> provincia <strong>de</strong> Burgos, dijo lo siguiente: «Ayer se hizo mención <strong>de</strong> los individuos que han cooperado a <strong>la</strong> <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> los facciosos, y no se hizo <strong>de</strong> los paisanos que, <strong>un</strong>idos con <strong>la</strong> columna <strong>de</strong>l Empecinada, han contribuido al exterminio <strong>de</strong> los mismos, no sólo exponiendo sus <strong>vida</strong>s, sino invirtiendo sus caudales. Entre ellos hay <strong>un</strong> patriota muy distinguido que ha gastado en este objeto miles <strong>de</strong> pesos y está trabajando en favor <strong>de</strong>l sistema <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el levantamiento <strong>de</strong> <strong>la</strong> is<strong>la</strong> <strong>de</strong> León. Yo no conozco <strong>un</strong> patriota más puro ni que haya hecho más sacrificios pec<strong>un</strong>iarios, ni encuentro inconveniente el nombrarle, pues que se hal<strong>la</strong> entre <strong>la</strong>s fi<strong>la</strong>s <strong>de</strong>l Empecinado. Es don Eugenio <strong>de</strong> <strong>Aviraneta</strong>. »Alg<strong>un</strong>os otros acompañan también al mismo Empecinado, y yo no quiero nombrar a alg<strong>un</strong>o por tocarme <strong>de</strong> cerca y porque no se crea que tengo en esto interés; pero me parece que así como se ha mandado dar <strong>la</strong>s gracias a los <strong>de</strong>l resguardo, que al fin tenían alg<strong>un</strong>a obligación <strong>de</strong> cooperar al efecto, se <strong>de</strong>ben dar también <strong>la</strong>s gracias a los paisanos patriotas que han contribuido al exterminio <strong>de</strong> los facciosos.» 35
Pío Baroja A v i r a n e t a o l a v i d a d e u n c o n s p i r a d o r A principios <strong>de</strong> 1822, el país marchaba muy mal; <strong>la</strong> guerra civil reinaba en todas partes. En Cataluña, Navarra y Castil<strong>la</strong> se levantaban partidas. Merino no salía <strong>de</strong> su escondrijo, pero se movían sus secuaces. 36