Aviraneta, o la vida de un conspirador - AMPA Severí Torres
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Pío<br />
Baroja A v i r a n e t a o l a v i d a d e u n c o n s p i r a d o r<br />
Era Basterrica <strong>de</strong> <strong>un</strong>os veinticinco años, <strong>de</strong> gal<strong>la</strong>rda figura. Enseñaba música y piano; no tenía<br />
más que lecciones a tres duros, y muy pocas: dos señoritas, <strong>un</strong> fraile y algún judío.<br />
Se enteraron por entonces <strong>de</strong> que en El Cairo se iba a f<strong>un</strong>dar <strong>un</strong>a escue<strong>la</strong> militar. Un teniente<br />
coronel comisionado por el virrey buscaba <strong>un</strong> edificio gran<strong>de</strong> para habilitarlo <strong>de</strong> escue<strong>la</strong>. También<br />
supieron que se pensaba traer profesores <strong>de</strong> Francia, pero que el Gobierno egipcio asignaba sueldos<br />
tan mezquinos a los profesores, que no creían que nadie se <strong>de</strong>cidiera a hacer <strong>un</strong> viaje tan <strong>la</strong>rgo para<br />
tan corto sueldo.<br />
Don Eugenio y Basterrica solicitaron p<strong>la</strong>za en <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>.<br />
A los quince días recibió don Eugenio <strong>un</strong>os pliegos en que se aprobaba <strong>la</strong> propuesta para<br />
profesor <strong>de</strong> Música <strong>de</strong>l señor Ignacio Basterrica con 3.500 pesetas, servidumbre, alojamiento y<br />
mesa en el pa<strong>la</strong>cio <strong>de</strong> <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>. Basterrica marchó a El Cairo. A <strong>Aviraneta</strong> no le aceptaban.<br />
A los pocos días recibió don Eugenio <strong>un</strong>a carta <strong>de</strong>l vasco diciendo que se hal<strong>la</strong>ba muy contento<br />
con su nuevo empleo. Le habían presentado al virrey Mehemet-Alí, que era <strong>un</strong> señor muy amable,<br />
pequeño, picado <strong>de</strong> virue<strong>la</strong>s, con los ojos vivos; a su hijo Ibrahim Pachá y a toda <strong>la</strong> familia real.<br />
Ibrahim y Basterrica se habían hecho muy amigos. Concluía <strong>la</strong> carta animando a <strong>Aviraneta</strong> para que<br />
se fuera con él a El Cairo.<br />
Años <strong>de</strong>spués leyó don Eugenio en Nueva Orleáns, en <strong>un</strong> periódico editado en francés, l<strong>la</strong>mado<br />
La Abeja, varias anécdotas referentes al español Ignacio Basterrica en El Cairo. Se <strong>de</strong>cía que siendo<br />
este español profesor <strong>de</strong> Música, quiso el virrey <strong>de</strong> Egipto, Mehemet-Alí, que enseñase música a<br />
<strong>un</strong>a <strong>de</strong> sus hijas. Basterrica comenzó a dar lecciones, y <strong>la</strong> discípu<strong>la</strong> se enamoró locamente <strong>de</strong>l<br />
maestro. A los pocos meses hubo que casarlos antes <strong>de</strong> que sus amores tuvieran fruto.<br />
Basterrica abjuró <strong>de</strong> su religión y abrazó <strong>la</strong> <strong>de</strong> Mahoma. Mehemet-Alí no era nada exigente en<br />
esta cuestión.<br />
Ya casado, Basterrica fue nombrado príncipe <strong>de</strong> <strong>la</strong> familia real y Utch Tuglu Bascha (bajá <strong>de</strong> tres<br />
co<strong>la</strong>s), y general en jefe <strong>de</strong> <strong>la</strong> caballería. Después estuvo en Grecia en <strong>la</strong> batal<strong>la</strong> <strong>de</strong> Missolonghi. y<br />
en 1832 <strong>de</strong>cidió <strong>la</strong> batal<strong>la</strong> <strong>de</strong> Konieh contra los turcos.<br />
Un día, al llegar a casa <strong>de</strong>l maltés, dijeron a don Eugenio que había ido <strong>un</strong> capitán francés a preg<strong>un</strong>tar<br />
por él, y que volvería a <strong>la</strong> hora <strong>de</strong> cenar.<br />
Estaban a <strong>la</strong> mitad <strong>de</strong> <strong>la</strong> cena cuando se presentó el capitán Lasalle. El tal capitán era <strong>un</strong> mocetón<br />
<strong>de</strong> treinta a treinta y cinco años, con el pecho muy abombado, bigote y patil<strong>la</strong>s negras y gran<strong>de</strong>s<br />
tufos encima <strong>de</strong> <strong>la</strong>s orejas. Le pareció a don Eugenio hombre muy ordinario.<br />
Hab<strong>la</strong>ron <strong>de</strong>l as<strong>un</strong>to que le llevaba a <strong>Aviraneta</strong> a Alejandría, y Lasalle le dijo que no tuviera muchas<br />
esperanzas. Le contó cómo el general Boyer, encargado <strong>de</strong> formar el ejército en aquel<br />
momento en El Cairo, estaba dominado por los ingleses, y que el pachá <strong>de</strong> Alejandría, a<strong>un</strong>que<br />
buena persona, era <strong>un</strong> antiguo mameluco.<br />
Siete u ocho días <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> <strong>la</strong> visita <strong>de</strong>l capitán Lasalle se presentó éste otra vez en su casa;<br />
dijo. que había hab<strong>la</strong>do <strong>de</strong> <strong>Aviraneta</strong> al pachá, y que le había preg<strong>un</strong>tado si tenía papeles, y que no<br />
había contestado, porque no lo sabía.<br />
Quince días <strong>de</strong>spués le l<strong>la</strong>mó <strong>un</strong> coronel francés. Le habían enviado pliegos <strong>de</strong>l Estado Mayor<br />
general en don<strong>de</strong> nombraban al señor Eugenio <strong>de</strong> <strong>Aviraneta</strong> jefe <strong>de</strong> escuadrón en disponibilidad,<br />
con mil pesetas <strong>de</strong> sueldo hasta que hubiera vacante.<br />
Aburrido y <strong>de</strong>silusionado, fue don Eugenio a ver al judío Isaac Bonaffus. Éste le preg<strong>un</strong>tó qué<br />
pensaba hacer, y <strong>Aviraneta</strong> dijo que pensaba marcharse, y que le gustaría ir a Grecia.<br />
Preg<strong>un</strong>tó <strong>Aviraneta</strong> si había barcos para Grecia, y le contestó que con mucha frecuencia partían<br />
místicos y otras pequeñas embarcaciones con ban<strong>de</strong>ra inglesa.<br />
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