15.05.2013 Views

Aviraneta, o la vida de un conspirador - AMPA Severí Torres

Aviraneta, o la vida de un conspirador - AMPA Severí Torres

Aviraneta, o la vida de un conspirador - AMPA Severí Torres

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Pío<br />

Baroja A v i r a n e t a o l a v i d a d e u n c o n s p i r a d o r<br />

—Ahora vamos a almorzar, señor guerrillero —le dijo.<br />

El lord le habló durante el almuerzo <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cosas <strong>de</strong> España, <strong>de</strong> Sevil<strong>la</strong> y <strong>de</strong> Cádiz, y recitó, como<br />

<strong>un</strong> inglés pue<strong>de</strong> recitar en español, trozos <strong>de</strong> Garci<strong>la</strong>so <strong>de</strong> <strong>la</strong> Vega y <strong>de</strong> los romances <strong>de</strong>l Cid.<br />

Le preg<strong>un</strong>tó también si <strong>la</strong> clerigal<strong>la</strong> (ésta fue su pa<strong>la</strong>bra) seguía mandando en España.<br />

En el almuerzo apenas comió más que golosinas, coles en vinagre, sardinas, frutas y <strong>un</strong> pedazo<br />

<strong>de</strong> queso inglés. En cambio, bebió bastante vino <strong>de</strong> Asti.<br />

Como vio que <strong>Aviraneta</strong> no bebía, dijo:<br />

—¡Qué extraño! Estos españoles ni comen ni beben. Con <strong>un</strong>a aceit<strong>un</strong>a y <strong>un</strong> vaso <strong>de</strong> agua con<br />

azucarillo ya están <strong>de</strong>spachados.<br />

Después <strong>de</strong> almorzar, su excelencia se ocupó en sus as<strong>un</strong>tos y los <strong>de</strong>más en fumar en <strong>la</strong> cámara<br />

<strong>de</strong> oficiales.<br />

Al cabo <strong>de</strong> <strong>un</strong> rato avisaron a don Eugenio que el lord quería hab<strong>la</strong>rle. Entró en su camarote.<br />

—Veo, por lo que me ha contado —dijo lord Byron—, lo que ha sufrido usted por <strong>la</strong> libertad.<br />

Usted ha andado por países civilizados, por países como España, don<strong>de</strong> queda <strong>un</strong>a gran cultura <strong>de</strong><br />

sentimientos; aquí no, aquí no queda nada <strong>de</strong> <strong>la</strong> Grecia antigua. Soy <strong>de</strong> <strong>la</strong> opinión <strong>de</strong> San Pablo, que<br />

<strong>de</strong>cía que no hay diferencia entre judíos y griegos. El carácter <strong>de</strong> los dos es igualmente vil. El<br />

griego actual no sólo es envidioso, malo y vengativo, sino que es abandonado y sucio. Es <strong>un</strong><br />

<strong>de</strong>generado. No tiene fe en nada. Allá en España confiaban uste<strong>de</strong>s en el compañero; aquí no se<br />

pue<strong>de</strong> confiar en nadie. A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> esto, los patriotas griegos sienten gran hostilidad contra el<br />

extranjero, y hasta a nosotros mismos, que hemos venido aquí a luchar por su libertad, nos odian.<br />

—No me diga más su excelencia —contestó <strong>Aviraneta</strong>—; si esto es así, me voy inmediatamente.<br />

—No —le contestó Byron—. Espere. Es usted el único español que ha acudido a sec<strong>un</strong>dar mi<br />

empresa, y no quiero que pueda <strong>de</strong>cir que no he hecho por él todo aquello que esté en mi mano.<br />

Qué<strong>de</strong>se usted aquí <strong>un</strong>os días en el barco. Supongo que le convendrá <strong>de</strong>scansar.<br />

En los días sucesivos ocurrió lo propio. Byron interrogaba a <strong>Aviraneta</strong>, se reía, recitaba versos, y<br />

cuando preg<strong>un</strong>taba don Eugenio si había pensado algo para él, le contestaba que esperase.<br />

Un día le preg<strong>un</strong>tó:<br />

—¿Qué echa usted <strong>de</strong> menos aquí o qué le estorba? Dígamelo usted c<strong>la</strong>ramente, dígamelo usted<br />

con <strong>la</strong> franqueza <strong>de</strong> <strong>un</strong> nieto <strong>de</strong>l Cid.<br />

—Excelencia —dijo <strong>Aviraneta</strong>—, para mí hay aquí <strong>de</strong>masiada etiqueta.<br />

Lord Byron se echó a reír a carcajadas. Como vio don Eugenio que lo tomaba alegremente,<br />

añadió:<br />

—Tanto ponerse <strong>la</strong> corbata y cepil<strong>la</strong>rse <strong>la</strong> levita a todas horas y tanto saludar al superior o al<br />

inferior y <strong>de</strong>jar que pase y esperar a que se siente, a mí, que he vivido entre campesinos, me cansa.<br />

—¡Es usted <strong>un</strong> hombre original, guerrillero!<br />

Así vivió quince días <strong>Aviraneta</strong> en compañía <strong>de</strong> lord Byron, hasta que éste enfermó y murió.<br />

Entonces se tras<strong>la</strong>dó a <strong>la</strong> goleta chipriota.<br />

Muchos ingleses envidiaban a <strong>Aviraneta</strong> su intimidad con lord Byron; <strong>la</strong> mayoría <strong>de</strong> los que estaban<br />

en Missolonghi no habían cruzado ni <strong>un</strong>a vez <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra con él.<br />

—Pues era hombre amable y muy asequible —<strong>de</strong>cía don Eugenio—; a veces <strong>de</strong> gran afabilidad.<br />

—Sí, para <strong>la</strong> gente original y extraña como usted. Un guerrillero español que ha guerreado a <strong>la</strong>s<br />

ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> <strong>un</strong> cura, no se encuentra todos los días. Para nosotros, paisanos suyos sin historia, no era<br />

tan asequible el lord, ni mucho menos.<br />

Unos días <strong>de</strong>spués se presentó a <strong>la</strong> vista <strong>de</strong> Missolonghi <strong>la</strong> corbeta Egina, que salía para Nápoles.<br />

Allí <strong>de</strong>jaron <strong>la</strong> corbeta, y se embarcó <strong>Aviraneta</strong> en <strong>un</strong>a po<strong>la</strong>cra l<strong>la</strong>mada <strong>la</strong> Santa Chiara, que iba a<br />

Gibraltar. Tres días <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> salir <strong>de</strong> Nápoles tuvieron calma chicha. A los pocos días estaban a <strong>la</strong><br />

vista <strong>de</strong> Marsel<strong>la</strong>. Hicieron sus señales, y fue por <strong>la</strong> mañana a bordo <strong>la</strong> falúa <strong>de</strong> Sanidad con <strong>un</strong><br />

médico. Embarcaron en <strong>la</strong> falúa y le llevaron al <strong>la</strong>zareto.<br />

Introdujeron a don Eugenio y a sus compañeros <strong>de</strong> pasaje en <strong>un</strong>a sa<strong>la</strong>, y les examinaron y<br />

tomaron el pulso. Luego les llevaron <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong> <strong>un</strong> Trib<strong>un</strong>al, y el presi<strong>de</strong>nte les <strong>de</strong>c<strong>la</strong>ró libres <strong>de</strong><br />

contagio.<br />

63

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!