Aviraneta, o la vida de un conspirador - AMPA Severí Torres
Aviraneta, o la vida de un conspirador - AMPA Severí Torres
Aviraneta, o la vida de un conspirador - AMPA Severí Torres
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Pío<br />
Baroja A v i r a n e t a o l a v i d a d e u n c o n s p i r a d o r<br />
fueran todos a tierra. Borja Tarríus se presentó como médico.<br />
—Vamos a casa <strong>de</strong>l gobernador —les dijo el vicecónsul.<br />
El gitano y su hijo se escabulleron sin saludarles.<br />
Marcharon por varias callejue<strong>la</strong>s, tropezando con burros cargados, y llegaron a <strong>un</strong> viejo caserón<br />
<strong>de</strong>starta<strong>la</strong>do: pasaron dos patios, y en <strong>un</strong> salón que daba a <strong>un</strong> huerto vieron al gobernador o caíd<br />
sentado en el suelo, apoyado en almohadones. Era <strong>un</strong> viejo <strong>de</strong> aire respetable.<br />
Salieron otra vez a <strong>la</strong> calle, dieron <strong>la</strong>s gracias al vicecónsul y le preg<strong>un</strong>taron dón<strong>de</strong> podrían<br />
alojarse.<br />
—Aquí no hay fondas ni posadas. Los contrabandistas españoles se meten en rincones don<strong>de</strong> no<br />
se pue<strong>de</strong> vivir. Tendrán uste<strong>de</strong>s que dirigirse a los judíos —les dijo el vicecónsul.<br />
—Sí; pero nosotros no conocemos a nadie.<br />
El vicecónsul fue a ver al rabino Samuel Silva, le explicó el as<strong>un</strong>to, y el rabino les encaminó a<br />
casa <strong>de</strong> <strong>la</strong> señora <strong>de</strong> Toledano, viuda <strong>de</strong> <strong>un</strong> comerciante al por menor, que vivía con cuatro hijas y<br />
dos criadas. Fueron a casa <strong>de</strong> esta señora.<br />
Se encontraron con que hab<strong>la</strong>ba el español muy bien. Se l<strong>la</strong>maba Mesoda-Ben-Asayag. El<br />
vicecónsul le indicó lo que <strong>de</strong>seaban los españoles, y <strong>la</strong> viuda los aceptó como huéspe<strong>de</strong>s.<br />
Les enseñó <strong>la</strong>s habitaciones, anchas y limpias, y añadió que cobraría dos pesetas a cada <strong>un</strong>o.<br />
A <strong>la</strong>s cinco <strong>de</strong> <strong>la</strong> tar<strong>de</strong>, <strong>un</strong>a criada les avisó para que fueran a comer. Entró en el comedor <strong>la</strong><br />
señora <strong>de</strong> Toledano con sus cuatro hijas, <strong>de</strong> muy mo<strong>de</strong>sto porte y muy bonitas. Todas hab<strong>la</strong>ban el<br />
castel<strong>la</strong>no con acento parecido al andaluz, que no <strong>de</strong>jaba <strong>de</strong> tener gracia.<br />
Llevaban veinte días en Tánger cuando recibió <strong>Aviraneta</strong> <strong>un</strong>a carta <strong>de</strong> <strong>un</strong> señor Gargollo, representante<br />
<strong>de</strong> su tío Ibargoyen, el mejicano, diciéndole que le había girado a aquel<strong>la</strong> p<strong>la</strong>za cinco mil<br />
pesetas a casa <strong>de</strong> Benolié y Compañía. Contestó al banquero diciéndole dón<strong>de</strong> estaba, y a los tres<br />
días apareció en casa <strong>de</strong> <strong>la</strong> viuda <strong>de</strong> Toledano <strong>un</strong> judío viejo, muy venerable, a ofrecerse <strong>de</strong> parte <strong>de</strong><br />
Benolié para todo lo que necesitara.<br />
La patrona se quedó maravil<strong>la</strong>da; dijo que Samuel Lione era el hombre más rico <strong>de</strong> Tánger, y<br />
que cuando iba a Fez visitaba al sultán.<br />
Debían ellos <strong>de</strong> ser gente <strong>de</strong> gran importancia cuando Samuel Lione venía a verles a su casa.<br />
Al día siguiente pasó <strong>Aviraneta</strong> por el <strong>de</strong>spacho <strong>de</strong>l judío, quien le dio cien duros. Dijo a Borja<br />
Tarríus y a Moreno Guerra que se marchaba otra vez a Gibraltar y que les escribiría.<br />
Después <strong>de</strong> comer se <strong>de</strong>spidió <strong>de</strong> <strong>la</strong> familia judía <strong>de</strong> <strong>la</strong>s Toledano. Le acompañaron sus amigos<br />
hasta <strong>la</strong> <strong>la</strong>ncha, y <strong>Aviraneta</strong> volvió a Gibraltar.<br />
En el muelle le esperaba el hijo <strong>de</strong> <strong>la</strong> señora Toledano y el <strong>de</strong>pendiente principal <strong>de</strong>l banquero<br />
Benolié.<br />
Le llevaron a casa <strong>de</strong> <strong>un</strong> judío, que le cedió <strong>un</strong> gabinete muy bonito, y le dieron <strong>un</strong>a carta <strong>de</strong> resi<strong>de</strong>ncia<br />
<strong>de</strong>l Estado Mayor <strong>de</strong> <strong>la</strong> p<strong>la</strong>za.<br />
El señor Benolié era rico, banquero <strong>de</strong> mucha influencia, y vivía muy en gran<strong>de</strong> en <strong>un</strong>a casa a <strong>la</strong><br />
inglesa.<br />
Se presentó a él, le trató muy amablemente y le dijo que fuera a su casa cuando le pareciera.<br />
Un día que estaba en su gabinete tendido en el sofá divagando, apareció el banquero.<br />
Empezaron a hab<strong>la</strong>r, y <strong>Aviraneta</strong> le contó brevemente sus andanzas <strong>de</strong> guerrillero y <strong>de</strong> <strong>conspirador</strong>,<br />
y como vio que le interesaban dio <strong>de</strong>talles y más <strong>de</strong>talles.<br />
El señor Benolié se quedó asombrado.<br />
—¿Pero usted ha vivido <strong>de</strong> esa manera! —exc<strong>la</strong>mó varias veces.<br />
—Sí.<br />
—¡Es extraordinario! Yo tenía otra i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> los guerrilleros. ¿Y para qué ha vivido usted así? ¿Ha<br />
ganado usted mucho con eso?<br />
—Nada. El poco dinero que tenía lo he perdido.<br />
—¡Qué absurdo! Con ese esfuerzo se hubiera usted hecho rico en el comercio.<br />
—Quizá. No me interesa el comercio.<br />
—No hay nada mejor que el comercio, señor <strong>Aviraneta</strong> —replicó el banquero, sonriendo—. Yo<br />
58