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Aviraneta, o la vida de un conspirador - AMPA Severí Torres

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Pío<br />

Baroja A v i r a n e t a o l a v i d a d e u n c o n s p i r a d o r<br />

XLIV<br />

EN MADRID<br />

UNA vez enterado <strong>de</strong> <strong>la</strong>s intrigas y rencil<strong>la</strong>s que dividían a los carlistas <strong>de</strong> Cataluña, se volvió a<br />

Bayona. Al llegar se encontró con <strong>un</strong>a esque<strong>la</strong> <strong>de</strong>l ministro Pita Pizarro, en <strong>la</strong> cual le <strong>de</strong>cía<br />

<strong>la</strong>cónicamente: «Es necesario que vuelva usted a Madrid».<br />

Tomó <strong>la</strong> diligencia, y para primeros <strong>de</strong> octubre se insta<strong>la</strong>ba en <strong>la</strong> corte en <strong>un</strong>a casa <strong>de</strong> huéspe<strong>de</strong>s<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> calle <strong>de</strong> Preciados.<br />

Fue primeramente a presentarse a don Pío Pita Pizarro, que le recibió con ansiedad, y le dijo que<br />

tanto <strong>la</strong> reina Cristina como él estaban muy satisfechos <strong>de</strong> su empresa.<br />

—Ahora —añadía Pita Pizarro— es preciso que usted arregle sus ap<strong>un</strong>tes y redacte <strong>un</strong>a Memoria<br />

que contenga todos los hechos que se puedan contar referidos con sencillez y c<strong>la</strong>ridad.<br />

A los pocos días llevó su borrador. Pita Pizarro indicó varias correcciones y adiciones, y<br />

<strong>de</strong>volvió el original a don Eugenio para que lo pusiera en limpio; con aquellos cambios se enviaría<br />

el escrito a <strong>la</strong> reina gobernadora.<br />

Arregló <strong>la</strong> Memoria, y, en compañía <strong>de</strong> Pita Pizarro, se presentó en Pa<strong>la</strong>cio <strong>un</strong>a noche <strong>de</strong><br />

noviembre <strong>de</strong> 1839.<br />

La reina hizo muchas preg<strong>un</strong>tas a <strong>Aviraneta</strong>. En aquel<strong>la</strong> cuestión le interesaba tanto el aspecto<br />

político como el novelesco. La intriga con que consiguió enemistar a Don Carlos con Maroto; el<br />

envío <strong>de</strong>l Simancas; todo esto divertía a <strong>la</strong> reina gobernadora.<br />

A los pocos días <strong>de</strong> su presentación en Pa<strong>la</strong>cio supo por Pita Pizarro que María Cristina mandó<br />

leer en <strong>la</strong> cámara real, en presencia <strong>de</strong> los ministros, <strong>la</strong> Memoria suya con los documentos<br />

justificativos por el ministro <strong>de</strong> Gracia y Justicia, Arrazo<strong>la</strong>.<br />

Arrazo<strong>la</strong> visitó a don Eugenio, y le dijo que los ministros todos se quedaron asombrados <strong>de</strong> su<br />

intervención en los as<strong>un</strong>tos <strong>de</strong> <strong>la</strong> guerra, pues no tenían <strong>la</strong> menor noticia <strong>de</strong> lo que pudiera haber<br />

hecho en Francia.<br />

A <strong>la</strong> duquesa <strong>de</strong> <strong>la</strong> Victoria, entonces en Madrid, le contaron cómo <strong>la</strong> Memoria <strong>de</strong> <strong>Aviraneta</strong> se<br />

leía en <strong>la</strong> cámara regia, y le aseguraron que en esa Memoria se encerraban acusaciones más o menos<br />

embozadas contra su marido, el general Espartero.<br />

La duquesa puso el grito en el cielo, y se presentó a quejarse a María Cristina.<br />

La reina dijo a <strong>la</strong> duquesa:<br />

—Es cierto que <strong>Aviraneta</strong> ha presentado <strong>un</strong>a Memoria explicando su conducta política en<br />

Francia; pero en <strong>la</strong> Memoria no se ataca ni se zahiere al general Espartero ni se hab<strong>la</strong> para nada <strong>de</strong><br />

él.<br />

Los partidarios acérrimos <strong>de</strong>l con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Luchana, los enemigos <strong>de</strong>l Gobierno y los carlistas<br />

creyeron, <strong>un</strong>os, que en <strong>la</strong> Memoria <strong>de</strong>bían <strong>de</strong> existir graves acusaciones más o menos explícitas<br />

contra Es-partero; otros, que había documentos comprometedores para Don Carlos. Unos y otros<br />

<strong>de</strong>c<strong>la</strong>raron a <strong>Aviraneta</strong> guerra a muerte, y emplearon contra él varios procedimientos para<br />

inutilizarle.<br />

Ofrecieron dinero a <strong>la</strong> patrona para que les diera los papeles que guardaba su huésped, y como <strong>la</strong><br />

patrona no aceptó el trato, probablemente por temor, <strong>un</strong>a noche entraron en el cuarto <strong>de</strong> don<br />

Eugenio y <strong>de</strong>scerrajaron los cajones <strong>de</strong> <strong>un</strong>a cómoda y <strong>de</strong> <strong>un</strong> armario para registrarlos. Al parecer, lo<br />

que buscaban aquellos hombres, probablemente carlistas, eran los recibos y <strong>la</strong> carta que dio el<br />

ministro <strong>de</strong> Don Carlos, Marcó <strong>de</strong>l Pont, al recibir el Simancas <strong>de</strong> manos <strong>de</strong> Roquet.<br />

Afort<strong>un</strong>adamente, no dieron con los papeles, y don Eugenio los cogió y los llevó a casa <strong>de</strong> Pita<br />

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