DOCUMENTOS DISCIPLINARES Y NORMATIVOS VIGENTES
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<strong>DOCUMENTOS</strong> <strong>DISCIPLINARES</strong> Y <strong>NORMATIVOS</strong> <strong>VIGENTES</strong><br />
a) Saber a quien se recibe 7<br />
No todos los fieles tienen clara conciencia del sentido profundo de la Eucaristía. Hay que<br />
enseñar con claridad que en la Eucaristía “se contiene verdadera, real y sustancialmente<br />
el cuerpo y la sangre, juntamente con el alma y la divinidad, de nuestro Señor Jesucristo<br />
y, por ende, Cristo entero” 8 . Hace falta distinguir entre el pan corriente y el Pan consagrado,<br />
en el cual no queda ya nada de pan, salvo las apariencias externas: el sabor, el color,<br />
las dimensiones.<br />
Cristo se hace presente por acción del Espíritu Santo, bajo la apariencia del pan y el<br />
vino, para que los cristianos entremos en comunión con Él. Cada vez que comemos y<br />
bebemos la carne y sangre del Señor nos alimentamos de Él 9 . Esta presencia de Cristo no<br />
es figurativa o simbólica sino real, porque “es también corporal y substancial, pues por<br />
ella se hace presente Cristo, Dios y hombre, entero e íntegro” 10 . Los fieles deben tener<br />
claro que la Sagrada Eucaristía es el mismo Jesús que nació, murió, resucitó y que está<br />
sentado a la derecha del Padre. La participación en la Eucaristía supone, entonces, una<br />
íntima comunión con Jesucristo.<br />
b) Estar en gracia de Dios.<br />
Para recibir el Santísimo Sacramento de la Eucaristía no basta la buena voluntad. El<br />
Beato Juan Pablo II, en su encíclica sobre la Eucaristía, enseñó que “la integridad de<br />
los vínculos invisibles es un deber moral bien preciso del cristiano que quiera participar<br />
plenamente en la Eucaristía comulgando el cuerpo y la sangre de Cristo” 11 . “Estar en<br />
gracia de Dios” significa poseer la gracia habitual santificante que es un don gratuito<br />
de Dios, por el que nos hace participes de su vida trinitaria y capaces de obrar por<br />
amor a Él 12 ; la perdemos si cometemos pecado mortal. Así, para acercarse a la comunión<br />
eucarística es preciso perseverar en la gracia santificante y en la caridad. Por ello, “la<br />
costumbre de la Iglesia manifiesta que es necesario que cada uno se examine a sí mismo<br />
en profundidad” 13 . No obstante, en ocasiones llama la atención ver el gran número de<br />
fieles que se acercan a comulgar y la desproporción de quienes se confiesan. Muchos<br />
se acercan a la comunión (sobre todo en matrimonios, funerales, misas de difuntos, etc.)<br />
movidos sólo por emociones o sentimientos sin la debida disposición interior necesaria.<br />
Es deber nuestro instruir acerca de la necesidad de estar en gracia para comulgar. Las<br />
declaraciones del Magisterio sobre este asunto son claras y no cambian: “está vigente, y<br />
lo estará siempre en la Iglesia, la norma con la cual el Concilio de Trento ha concretado<br />
la severa exhortación del apóstol Pablo, al afirmar que, para recibir dignamente la Eucaristía,<br />
«debe preceder la confesión de los pecados, cuando uno es consciente de pecado<br />
mortal» 14 ” .<br />
7 cfr. CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA, nn. 1373 – 1381 y nn. 1391-1397.<br />
8 CONCILIO DE TRENTO, sesión 13; canon 1. 11 de octubre de 1551<br />
9 cfr. S. CIRILO DE JERUSALEN, Catequesis mistagógicas IV, 3; PG 33, 1099.<br />
10 PABLO VI; Encíclica Mysterium fidei, 5<br />
11 JUAN PABLO II, Carta Encíclica Ecclesia de Eucharistia, 36<br />
12 COMPENDIO DEL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA; n. 423<br />
13 Congregación para Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos; Instr. Redemptionis Sacramentum, 81.<br />
14 Ibid, 36