29.07.2013 Views

151-25 - Biblioteca Católica Digital

151-25 - Biblioteca Católica Digital

151-25 - Biblioteca Católica Digital

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

cios de los dos hermanos. En realidad, con la expresión<br />

«complacerse en el sacrificio» el autor sagrado<br />

pretende dar a entender que Abel era próspero, bendito<br />

de Dios, feliz. Y es precisamente este dato el<br />

que desencadena la violencia. La verdadera raíz del<br />

pecado de Caín es la envidia, descrita con vivos colores<br />

en el v. 5: «Caín se irritó sobremanera y su semblante<br />

se abatió.» En hebreo, la irritación aparece definida<br />

como ira ardiente. La envidia es como un<br />

fuego devorador que produce también efectos de devastación<br />

psicológica (el abatimiento del rostro).<br />

La envidia por las cosas de otro, por sus éxitos,<br />

por la serenidad del hermano, queda prohibida también<br />

en el noveno y el décimo mandamientos («No<br />

desearás...») y asemeja a una enfermedad de la que<br />

es difícil liberarse. «La envidia es la caries de los huesos»,<br />

sentencia el libro de los Proverbios (14,30). Y<br />

Jesús nos invita a combatir la envidia que nace del<br />

corazón junto con otros vicios (Me 7,22). Más en concreto,<br />

podemos afirmar que la competencia económica<br />

desenfrenada, sin leyes y sin moral, genera rivalidades<br />

y enemistades y puede llegar hasta el crimen.<br />

Está chorreando sangre la historia de nuestros días,<br />

con los monstruos de las multinacionales, de la droga,<br />

de la mafia, de la camorra, de las luchas financieras.<br />

El padre de la envidia despiadada y de la competencia<br />

frenética es el diablo, como dice el libro de la<br />

Sabiduría: «Por la envidia del diablo entró la muerte<br />

en el mundo» (2,24).<br />

El pecado nos asedia con su fuerza demoníaca, se<br />

ramifica sutilmente en nuestro interior, crece de día<br />

en día en el corazón. Es magnífica la imagen usada<br />

en el v. 7: «El pecado está a la puerta, en acecho.»<br />

Basta tan sólo con dejar abierto un resquicio y entrará<br />

120<br />

en tu casa. Y, sin embargo, continúa la Biblia, el<br />

hombre no es un esclavo absoluto de los instintos<br />

perversos; su libertad, aunque herida, sigue existiendo.<br />

Nuestra responsabilidad es siempre auténtica y<br />

puede dominar el mal. Antes de acusar a fuerzas exteriores<br />

a nosotros, debemos autodenunciarnos en un<br />

serio examen de conciencia. Pero Caín se ha entregado<br />

ya totalmente al demonio del odio y de la envidia.<br />

Sólo tiene ante sí una meta, matar al objeto que<br />

le atormenta.<br />

Se alza el alba de aquel día trágico, descrito en la<br />

Biblia con una sola pincelada de enorme intensidad<br />

y esencialidad: «Y cuando estuvieron en el campo,<br />

Caín se levantó contra su hermano, Abel, y lo mató»<br />

(v. 8). En esta acción se condensan millones y millones<br />

de otros gestos que se repetirán a lo largo de la<br />

historia. De este acto nace aquel alud de violencia<br />

que penetrará y convulsionará la sociedad. En este<br />

acto condena la Biblia la violencia social, dondequiera<br />

anide. Caín es el símbolo de la violencia deliberada,<br />

consciente y adulta, y es también el signo de las<br />

luchas fratricidas que ensangrentarán a menudo las<br />

páginas bíblicas (baste recordar el contraste entre<br />

Isaac e Ismael, entre Esaú y Jacob, entre José y sus<br />

hermanos).<br />

Es una violencia que a menudo se oculta bajo el<br />

nombre de «justicia». Caín quería resolver lo que<br />

consideraba que era una injusticia que se le hacía. En<br />

la novela Vigilia de Navidad, el escritor F. Parazzoli<br />

observa, remitiéndose precisamente a nuestro texto<br />

bíblico: «El hombre aprendió a porfiar con Dios y a<br />

matar por justicia. Una cadena de errores. La prueba<br />

de todo es que la justicia la hace el que tiene el poder<br />

de hacerla y según sus propias reglas. Nadie piensa<br />

121

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!