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151-25 - Biblioteca Católica Digital

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IX<br />

«¿DÓNDE ESTÁS?» «¿QUÉ HAS HECHO?»<br />

(Génesis 3,8-15)<br />

S Y oyeron el rumor de los pasos de Yahveh-Dios,<br />

que se paseaba por el jardín a la brisa del día, y el<br />

hombre y su mujer se escondieron de la presencia de<br />

Yahveh-Dios por entre la arboleda del jardín. ''Y llamó<br />

Yahveh-Dios al hombre, diciéndole: «¿Dónde estás?»<br />

10 Y él contestó: «Oí el ruido de tus pasos por el<br />

jardín y tuve miedo, porque estoy desnudo, y me escondí.<br />

»<br />

n Y díjole: «¿Quién te ha hecho saber que estabas<br />

desnudo ? ¿ Comiste quizá del árbol del que yo te prohibí<br />

que comieses?»<br />

"Respondió el hombre: «Ha sido la mujer que<br />

pusiste a mi lado la que me dio del árbol, y comí.»<br />

13 Dijo Yahveh-Dios a la mujer: «¿Qué es lo que has<br />

hecho?» Replicó la mujer: «La serpiente me engañó, y<br />

comí.»<br />

u Dijo entonces Yahveh-Dios a la serpiente: «Por<br />

haber hecho esto I maldita serás entre todas las bestias I<br />

entre todos los animales del campo; I sobre tu vientre<br />

te arrastrarás, y polvo comerás/ todos los días de tu<br />

vida. ^Pondré enemistad entre ti y la mujer I y entre<br />

tu linaje y el suyo; I éste te aplastará la cabeza I y tú<br />

le acecharás el talón.»<br />

94<br />

«Y rompiendo súbitamente el silencio, resuena la<br />

voz del Dios escondido: ¿Dónde estás? Y los bosques<br />

miran atónitos y los grandes cipreses, verdes habitantes<br />

de la floresta, me miran pasmados, preguntando<br />

en la majestad y el silencio: ¿Qué hace éste en medio<br />

de nosotros?» Así evocaba el poeta judío Bialik, en<br />

una composición lírica de 1905, aquella pregunta lacerante,<br />

aquella llamada a la responsabilidad, aquella<br />

apelación a la conciencia del hombre lanzada por Dios<br />

después del pecado, en el insólito silencio de la naturaleza<br />

que asiste estupefacta a la osadía del hombre<br />

que ha desafiado a su Creador. En la armonía de la<br />

creación, el hombre comienza a ser un extraño y Dios<br />

entra ahora en escena, pero ya no como el compañero<br />

de diálogo con su criatura, como el soberano que sale<br />

por las tardes a su magnífico jardín al encuentro de su<br />

amigo más querido, sino como juez que instruye un<br />

proceso.<br />

De hecho, a partir de ahora el autor sapiencial bíblico<br />

recurre a un esquema narrativo de matriz procesual:<br />

se instruye un sumario (v. 9-10), acompañado de<br />

un interrogatorio (v. 11-13), se añade la sentencia<br />

(v. 14-19), y acto seguido viene la ejecución (v. 20-24).<br />

A través de esta trama se delinea el nuevo mapa de un<br />

mundo trastocado por el pecado. Las tensiones, las<br />

hostilidades, las penas y las fatigas que invaden la historia<br />

no estaban inscritas en el proyecto de Dios, no<br />

nacen de la voluntad del Dios creador, no brotan de<br />

la creación misma. Son, por el contrario, resultado de<br />

la elección perversa del hombre, que ha querido sustituir<br />

la moral divina por una moral propia, que ha pretendido<br />

decidir qué cosas son buenas y cuáles malas.<br />

El proceso instructor y el interrogatorio se abren mediante<br />

aquella pregunta terrible de Dios que sacude la<br />

95

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