151-25 - Biblioteca Católica Digital
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cia y política se explicará en el cap. 11, a propósito de<br />
la «torre de Babel»),<br />
En las antiguas narraciones sumerias fueron los<br />
dioses quienes enseñaron a los hombres las artes y las<br />
ciencias, y el progreso tenía por consiguiente carácter<br />
divino. La Biblia, en cambio, aun reconociendo en<br />
muchos lugares el valor positivo del progreso, señala<br />
también que está amenazado por la libertad enferma<br />
del hombre. Artes y ciencias son realidades humanas<br />
que a veces el hombre quiere utilizar para derrotar a<br />
Dios y al prójimo, como hace Prometeo en el célebre<br />
mito griego. Bajo el progreso técnico se oculta, pues,<br />
una constante ambigüedad. La cultura y el progreso<br />
son para la Biblia virtudes «laicas», realizaciones humanas.<br />
No es lícito confundir, con mentalidad integrista,<br />
fe y ciencia. La misión de Dios no es llenar con<br />
su revelación las lagunas de nuestros conocimientos.<br />
Ya san Agustín, en su comentario al Génesis, observaba<br />
que «no se lee en el Evangelio que el Señor haya<br />
dicho: Os enviaré al Espíritu Paráclito que os enseñará<br />
cómo se mueven el Sol y la Luna. Quería formar cristianos,<br />
no matemáticos».<br />
El hombre utiliza a menudo la ciencia como un<br />
desafío a Dios, como un instrumento con el que competir<br />
con el Creador, como un medio con el que atentar<br />
contra la armonía del proyecto de Dios. Pero siempre<br />
queda la esperanza de que retorne a «cultivar y guardar»<br />
el jardín del mundo con su cultura, su ciencia y<br />
su técnica, en armonía con el Señor. Aquel día, como<br />
proclamaba Isaías, las armas se convertirán al fin en<br />
medios para el progreso de los pueblos: «Forjarán azadones<br />
con sus espadas y hoces con sus lanzas. No alzará<br />
la espada nación contra nación, ni se adiestrarán<br />
más en arte de la guerra» (2,4).<br />
138<br />
XV<br />
«HENOK DESAPARECIÓ,<br />
PORQUE DIOS SE LO LLEVÓ»<br />
(Génesis 4,<strong>25</strong>-26; 5,21-24; 6,1-4)<br />
^Adán conoció de nuevo a su mujer, que dio a<br />
luz un hijo, al que puso por nombre Set, diciendo:<br />
«Dios me ha concedido otro descendiente en lugar de<br />
Abel, a quien mató Caín.»<br />
^También a Set le nació un hijo, a quien llamó<br />
Enós. Fue el primero en invocar el nombre de Yahveh.<br />
n Tenía Henok sesenta y cinco años cuando engendró<br />
a Matusalén. u Después que engendró a Matusalén,<br />
anduvo Henok en compañía de Dios trescientos<br />
años; y engendró hijos e hijas. 2i Caminó Henok<br />
con Dios y desapareció, porque se lo llevó Dios...<br />
x Cuando los hombres comenzaron a multiplicarse<br />
sobre la tierra y les nacieron hijas, 2 vieron los hijos de<br />
Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, y tomaron<br />
para sí de entre todas ellas las que bien quisieron.<br />
''Dijo entonces Yahveh: «No permanecerá mi espíritu<br />
en el hombre para siempre, puesto que él es<br />
pura carne. Ciento veinte años serán sus días.»<br />
A Había gigantes en la tierra por aquellos días, y también<br />
después, cuando los hijos de Dios se unieron a las<br />
hijas de los hombres y ellas les dieron hijos. Éstos son<br />
los héroes que fueron desde muy antiguo hombres famosos.<br />
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