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151-25 - Biblioteca Católica Digital

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enorme intensidad que, dada su espontaneidad e inmediatez,<br />

no necesita comentario. Nos introduce también<br />

al día siguiente, el día perfecto, el sábado eterno.<br />

He aquí sus palabras:<br />

«Es hora ya de concluir nuestro sermón, porque<br />

hemos llegado al fin del sexto día y la creación del universo<br />

alcanza su plenitud en el hombre, que es el vértice<br />

de todos los seres vivientes y de la creación entera.<br />

Ahora debemos hundirnos en el silencio, porque Dios<br />

descansa después de la obra de la creación. Descansa<br />

en el corazón secreto del hombre, descansa en aquel<br />

a quien ha creado, ha dotado de razón, a su imagen...<br />

Doy gracias al Señor, nuestro Dios, que ha hecho una<br />

obra tan grande que puede descansar en ella. Ha creado<br />

el cielo, pero no leo que Dios haya descansado entonces.<br />

Ha creado la tierra, pero no leo que Dios haya<br />

descansado en ella. Ha hecho el Sol, la Luna y las estrellas<br />

y tampoco leo que descansase. Pero leo que ha<br />

creado al hombre y entonces Dios descansa. Tenía ya<br />

alguien a quien perdonar los pecados» (VI, 9-10;<br />

75-76).<br />

56<br />

IV<br />

«BENDIJO DIOS EL DÍA SÉPTIMO Y LO<br />

SANTIFICÓ»<br />

(Génesis 2,1-4?)<br />

1 Así fueron acabados los cielos y la tierra y todos<br />

sus moradores. 2 Y dejó Dios terminada en el día séptimo<br />

la obra que había hecho, y en el día séptimo descansó<br />

de toda la obra que hiciera. ''Bendijo Dios el<br />

día séptimo y lo santificó, porque en él descansó de<br />

toda su obra de creación. 4 Éstos fueron los orígenes<br />

de los cielos y de la tierra cuando fueron creados.<br />

«Dijo Dios a Moisés: Moisés, tengo en mi tesoro un<br />

don precioso que se llama sábado y quiero regalárselo<br />

a Israel.» Esta simple y pintoresca definición rabínica<br />

puede resumir la actitud de veneración, de amor y de<br />

asombro con que Israel ha acogido, al igual que sus<br />

padres, el día séptimo, nervadura y consagración del<br />

fluir entero de la semana, es decir, del tiempo. Aunque<br />

la misma Biblia lo relaciona con la idea de «descanso»<br />

mediante una libre asociación etimológica (tal<br />

vez el término signifique simplemente «el séptimo»<br />

día), el sábado no es —como ironizaba ya Tácito— un<br />

área vacía, destinada a la pereza. El descanso bíblico<br />

es, en efecto, un concepto positivo, que no se reduce<br />

a la mera ausencia de fatiga. Es, al contrario, como se<br />

ha testificado numerosas veces, el símbolo por exce-<br />

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