151-25 - Biblioteca Católica Digital
151-25 - Biblioteca Católica Digital
151-25 - Biblioteca Católica Digital
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
está siempre encinta. El aumento de la violencia, que<br />
ha partido de Caín, alcanza ahora su ápice en su descendiente<br />
Lámek. De todas formas, este pasaje está<br />
construido con dos elementos. Por un lado, la genealogía<br />
de Caín aparece acompañada de una constelación<br />
de artes y oficios, cuya génesis se intenta describir<br />
de forma simbólica; por el otro, parece marcada por<br />
el hilo rojo de la violencia y de la venganza ciega. En<br />
estos dos elementos fijaremos ahora nuestra atención<br />
y nuestras reflexiones.<br />
Resulta curioso este juicio implícitamente negativo<br />
de la Biblia sobre las ciencias, las artes y las técnicas.<br />
Se presenta a Caín como el antepasado de los urbanistas<br />
y de los arquitectos, como el ciudadano instalado<br />
en un área defendida, como el sedentario que detesta<br />
a nómadas y gitanos. Del peor de sus descendientes,<br />
Lámek, nacen Yubal, «padre de todos los que tocan la<br />
cítara y la flauta» (su nombre alude al hebreo yobel,<br />
«cuerno», «trompa») y Tubal-Caín, «forjador de instrumentos<br />
cortantes de bronce y de hierro» {tubal es<br />
una conocida vulgarización para designar a los trabajadores<br />
de metales y kain remite a los trabajos del herrero).<br />
Arte y ciencia llevan en sí una marca contaminada,<br />
son actividades peligrosas. Y, sin embargo, vemos en<br />
numerosas páginas que la Biblia ama la música y la<br />
poesía y exalta la ciencia y la transformación humana<br />
del cosmos. Ya la manera misma de presentar al hombre<br />
como cultivador y guardián del jardín de Edén,<br />
poniendo nombre a los animales, es un modo de definirle<br />
tal como ha sido pensado y querido por Dios.<br />
Indudablemente, el autor quiere polemizar aquí<br />
contra la cultura circundante, hostil al mundo nómada<br />
al que Israel se sentía vinculado. Las grandes ciudades<br />
mesopotámicas y cananeas, con su lujo, sus artis-<br />
132<br />
tas, sus artesanos y sus cultos, constituían en sí poco<br />
menos que el paradigma de la corrupción y de la falsa<br />
religiosidad. No es nada casual, como ya hemos dicho,<br />
que Israel prohibiera toda representación de la divinidad,<br />
ante el temor de que pudiera convertirse en raíz<br />
de la idolatría: «No te harás ninguna imagen esculpida,<br />
ni figura de lo que hay arriba en los cielos, o abajo<br />
en la tierra, o en las aguas debajo de la tierra» (Ex<br />
20,4). Pero, más allá y por encima de esta crítica inmediata<br />
de las artes y las ciencias, podemos recoger ahora<br />
un mensaje ulterior y más amplio, que afecta también,<br />
y de manera muy profunda, a nuestra propia<br />
historia.<br />
De hecho, la civilización del bienestar y de la tecnología<br />
presenta siempre aspectos ambiguos. Por un<br />
lado, abre horizontes maravillosos, penetra en los secretos<br />
de la materia, sondea las fronteras mismas de la<br />
vida y de la muerte. Pero, por el otro, se deja tentar<br />
por el orgullo de sustituir al Creador, violentando la<br />
naturaleza y quebrantando las leyes divinas de la moral.<br />
La ciencia hace al mundo a un mismo tiempo habitable<br />
y deforme, lo transforma y lo devasta, libera<br />
sus potencialidades y lo destruye. El arte exalta al<br />
hombre, pero a veces le engaña; los medios de comunicación<br />
acercan a los hombres, pero a veces también<br />
los envuelven en las redes de la falsedad; la técnica<br />
hace la vida más sosegada y también más árida; el<br />
bienestar permite que el hombre se realice, pero también<br />
que se torne obtuso y egoísta. Arte y ciencia son,<br />
pues, un riesgo apasionante, pero siempre un riesgo.<br />
La Biblia nos invita, pues, a recordar que la ciencia<br />
es un instrumento extraordinario, pero que se la debe<br />
usar con corazón limpio, pues, de otra suerte, se transforma<br />
en un fetiche o en un Molok que nos devora.<br />
133