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151-25 - Biblioteca Católica Digital

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ce muchas veces en los Salmos (léanse, por ejemplo,<br />

Sal 8; 19; 29; 33; 65,10-14; 67; 93; 96; 98; 104; 135;<br />

139; 147; 148; 150), la sustancia de la oración consiste<br />

en celebrar las maravillas que Dios ha desplegado en<br />

el mundo. Es la certeza de que «las miradas de todos<br />

esperan ante ti y a su hora les das tú su sustento. Con<br />

sólo abrir tu mano, saturas a placer todo viviente» (Sal<br />

145,15-16). Hasta «a las crías del cuervo» da su alimento<br />

(Sal 147,9), porque el Señor «para todos es<br />

bondad, y sobre todas sus obras, su clemencia» (Sal<br />

145,9). Podremos ahora rodear nuestra meditación<br />

también con el hilo dorado de la música. Ella es, muy<br />

a menudo, «la alfombra de la plegaria».<br />

Sugeriremos, para esta particular forma de alabanza,<br />

el oratorio La creación, que Franz Joseph Haydn,<br />

padre de la sinfonía moderna, de la sonata y del cuarteto,<br />

compuso el año 1798 y fue representado por vez<br />

primera en el Teatro de las Artes de París la noche de<br />

Navidad de 1800, en presencia del Primer Cónsul,<br />

Napoleón Bonaparte. El texto es la celebración de la<br />

palabra creadora de Dios y de la acción que el Señor<br />

manifiesta ante el coro de los ángeles, los ciudadanos<br />

celestes. «Jamás me he sentido tan piadoso —escribió<br />

Haydn— como cuando estaba trabajando en La creación.<br />

Todos los días caía de rodillas y rogaba a Dios<br />

que me diese la fuerza necesaria para llevar a feliz término<br />

la obra.» Toda la partitura converge hacia el glorioso<br />

final, modelado de acuerdo con pasajes de los<br />

salmos: «¡Canten al Señor todas las voces. Denle gracias<br />

todas sus obras. Resuene un canto coral de alabanzas<br />

a la gloria de su nombre! ¡Dure eternamente la<br />

gloria del Señor! ¡Amén! ¡Amén!»<br />

48<br />

III<br />

«A NUESTRA IMAGEN, CONFORME<br />

A NUESTRA SEMEJANZA»<br />

(Génesis 1,26-31)<br />

26 Dijo Dios: «Hagamos al hombre a nuestra imagen,<br />

conforme a nuestra semejanza, y domine sobre<br />

los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados,<br />

sobre la tierra y sobre todo reptil que se arrastra<br />

sobre la tierra.»<br />

11 Y creó Dios al hombre a imagen suya: a imagen<br />

de Dios lo creó; varón y hembra los creó.<br />

2S Dios los bendijo, diciéndoles: «Sed fecundos y<br />

multiplicaos; llenad la tierra y dominadla; señoread<br />

sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre<br />

todo viviente que se mueve sobre la tierra.»<br />

29 Y dijo Dios: «He aquí que os doy cuantas plantas<br />

de semilla hay sobre la haz de la tierra, y todo árbol<br />

que en sí tiene fruto con semilla de árbol, para que os<br />

sirva de alimento. >0 Y a todo animal salvaje, a todo<br />

volátil de los cielos, a todo ser que se mueve sobre la<br />

tierra y en el que hay hálito de vida, doy toda hierba<br />

verde por alimento.)} Y así fue. }1 Y contempló Dios<br />

toda su obra y ésta estaba muy bien. Y hubo tarde y<br />

mañana: día sexto.<br />

«Hay muchas cosas admirables, pero la más admirable<br />

de todas es el hombre. A la raza irreflexiva de las<br />

49

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