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Crónicas <strong>de</strong> los viajeros <strong>de</strong> la ciudad 149<br />
psique. En el primer capítulo <strong>de</strong> la Poética <strong>de</strong>l espacio, que <strong>de</strong>nomina<br />
“La casa, <strong>de</strong>l sótano a la guardilla. El sentido <strong>de</strong> la choza” Bachelard<br />
establece una comparación estructural –mucho más amplia que una<br />
simple metáfora poética- entre la casa y la mente humana revelada por<br />
el psicoanálisis, así:<br />
“1) La casa es imaginada como un ser vertical. Se<br />
eleva. Se diferencia en el sentido <strong>de</strong> su verticaldad. Es<br />
uno <strong>de</strong> los llamamientos a nuestra conciencia <strong>de</strong><br />
verticalidad;<br />
2) La casa es imaginada como un ser concentrado.<br />
Nos llama a una conciencia <strong>de</strong> centralidad.”<br />
(Bachelard; 1965: 51)<br />
Y más a<strong>de</strong>lante agrega:<br />
“La verticalidad es asegurada por la polaridad <strong>de</strong>l<br />
sótano y <strong>de</strong> la guardilla. Las marcas <strong>de</strong> dicha polaridad<br />
son tan profundas que abren, en cierto modo, dos ejes<br />
muy diferentes para una fenomenología <strong>de</strong> la<br />
imaginación. En efecto, casi sin comentario, se pue<strong>de</strong><br />
oponer la racionalidad <strong>de</strong>l tejado a la irracionalidad<br />
<strong>de</strong>l sótano. El tejado dice en seguida su razón <strong>de</strong> ser;<br />
protege al hombre que teme la lluvia y el sol…Hacia<br />
el tejado todos los pensamientos son claros. En el<br />
<strong>de</strong>sván, se ve al <strong>de</strong>snudo, con placer, la fuerte<br />
osamenta <strong>de</strong> las vigas. Se participa <strong>de</strong> la sólida<br />
geometría <strong>de</strong>l carpintero.<br />
El sótano se consi<strong>de</strong>rará sin duda útil. Se racionalizará<br />
enumerando sus ventajas. Pero es ante todo el ser<br />
oscuro <strong>de</strong> la casa, el ser que participa <strong>de</strong> los po<strong>de</strong>res<br />
subterráneos.<br />
Soñando con él nos acercamos a la irracionalidad <strong>de</strong> lo<br />
profundo.” (Bachelard; 1965: 51, 52)<br />
El hallazgo <strong>de</strong>l filósofo nos lleva a especular sobre esa<br />
correspon<strong>de</strong>ncia y tensión <strong>de</strong> la casa-la mente como una relación <strong>de</strong>l<br />
mundo interior <strong>de</strong> las personas y el mundo exterior. Así la ciudad, que<br />
es el sitio <strong>de</strong> nuestra experiencia <strong>de</strong> viaje, estaría “construida” <strong>de</strong><br />
nuestros recuerdos, <strong>de</strong> nuestros miedos, <strong>de</strong> lo que hemos aprendido<br />
que es la ciudad y sus habitantes, muchas veces <strong>de</strong> nuestros más<br />
oscuros sentimientos y <strong>de</strong>seos, <strong>de</strong> los prejuicios con que preten<strong>de</strong>mos<br />
or<strong>de</strong>nar nuestro andar por el mundo. La ciudad sería no un sitio físico<br />
solamente, sino el reflejo <strong>de</strong> lo que somos profundamente. Si seguimos