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Rodolfo Bongiovanni / Evandro Mantovani / Stanley Best / Alvaro Roel<br />

ENTREVISTA<br />

Javier Amuchástegui<br />

Empresa TecnoCampo<br />

Montecristo, Córdoba, Argentina<br />

Javier Amuchástegui es uno de los dos hermanos propietarios de TecnoCampo, una empresa de<br />

servicios agropecuarios y de agricultura de precisión, que a su vez, siembra unas 12 mil hectáreas<br />

propias o alquiladas, un 25% de maíz, un 60% de soja de primera y un 15% de trigo/soja de segunda.<br />

Obtienen mapas de rendimiento del 80% de la superficie cosechada, y realizan dosis variable sólo<br />

en algunos lotes específicos (donde hay variabilidad manifiesta). Esta empresa, que se encuentra en<br />

pleno crecimiento, está ubicada en Montecristo, 24 km al este de la ciudad de Córdoba, Argentina.<br />

“Entendiendo a la AP como la forma de empezar a manejar la información de manera distinta a la que se<br />

manejaba antes, que era por lotes o por promedios, de forma general y sin datos ciertos, la AP es de<br />

tremenda utilidad, porque con la agricultura tradicional se trabajaba a ciegas, mientras que con AP se<br />

trabaja con una radiografía permanente de los lotes, de las prácticas que se están haciendo. Uno puede<br />

analizar la información las veces que sea necesario, de diferentes perspectivas y combinando la información<br />

entre años. Da muchas herramientas con las que uno puede ir afinando el manejo agronómico. Permite<br />

realizar prácticas sencillas que no necesariamente requieren mucha tecnología ni herramientas<br />

especializadas, ni tecnología de dosis variable. Simplemente multiplica la capacidad de avanzar en el<br />

ajuste, en la validación de tecnologías, de probar distintas prácticas de manejo, cambiar las variables de<br />

manejo, lo que permite un rápido avance de las nuevas prácticas y una optimización en el uso de las<br />

prácticas habituales”.<br />

“No hay ninguna duda que entendida así, la rentabilidad de la AP es un hecho. Distinto quizá sea<br />

el caso de un productor que conoce el campo como la palma de su mano, conoce la variabilidad<br />

de sus lotes, y es acotada la posibilidad de variar las prácticas que realiza habitualmente”.<br />

“En nuestro caso, que somos productores contratistas, porque alquilamos la mayor parte de la<br />

superficie que trabajamos, y tenemos que tercerizar muchos de los servicios, como la siembra,<br />

pulverización o cosecha, es muy difícil el manejo de la información, es muy difícil hacer un<br />

seguimiento detallado de cada lote. La información generada por la AP es indispensable para la<br />

gestión y la optimización de la producción. El mapeo de rendimiento es una herramienta<br />

fundamental para el control de gestión, que desde que la vimos en el año 1996, la adoptamos<br />

inmediatamente y nos ha dado muchísima utilidad y satisfacción. Al principio nos costó trabajo<br />

adaptar los monitores a las máquinas locales y a las condiciones de cosecha locales, pero luego de<br />

un trabajo con el INTA y con los fabricantes estadounidenses que desarrollaron los equipos, se<br />

logró adaptar mucho mejor y se erradicó el concepto de que el monitor era una balanza y se<br />

impuso la idea de que es una herramienta agronómica. Hoy en día, estamos viendo una adopción<br />

masiva del monitor de rendimiento. Es como si el mercado ahora estuviera maduro y que estuviera<br />

valorando todos los beneficios que brinda un monitor. Años atrás, los únicos que usaban el monitor<br />

de rendimiento eran los pioneros. Hoy se está viendo un interés y una adopción mayor, junto con<br />

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