Número 2 - Universidad Autónoma de Ciudad Juárez

Sergio A. Moreno Hernández e Isabel Arcudia García
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tiempo y espacio, y por tanto inevitablemente complejos, es decir, entretejidos
por la condición de sus habitantes como homo telluricus. Significa
la comprensión de que somos hombres-tierra, todos arraigados al planeta;
en función de ello guardamos similitudes tanto con la propia especie
como con lo que nos rodea material y simbólicamente.
Desde esta perspectiva que manifiesta la complejidad del mundo en
general, se produce una lógica que permite observar cómo esta lejana
cercanía de unos y unas con otros y con todo, nos relaciona de manera
íntima en una red donde al moverse algo o alguien, la totalidad como
un sistema resulta transformada.
Preocupaciones en este sentido han promovido la creación de una
manera distinta de considerar al planeta ya no como algo inerte, sino
como el conjunto de entidades cuya diversidad, en lugar de hacerlas
extrañas unas de otras, las unifica en su complementariedad.
Esta forma de interpretar el mundo para que la vida del planeta
continúe su cauce natural sin detrimento de la conservación de la
calidad de todo lo que la compone, viene a ser llamada desarrollo
sustentable. Nacida en los ochenta, busca “satisfacer las necesidades
de las generaciones presentes sin comprometer la posibilidades de
las del futuro…” 1
En la búsqueda de una mejor calidad de vida en el planeta, existe
la necesidad de definir un patrimonio que identifique entre sí a
los seres humanos, ya que el patrimonio, en su concepción usual,
es el conjunto unitario de posesiones materiales y no materiales
de los grupos, que si bien nace con la existencia comunitaria,
forma parte del acervo de vida que los caracteriza, los une y les
otorga la posibilidad de pensar en un yo con los otros.
El patrimonio tangible, desde el acercamiento de la
UNESCO, es considerado como propiedad de la humanidad
(lugares físicos naturales y obras construidas por el hombre),
mientras que el no tangible generalmente es aquel capital
propio de una comunidad específica. Existe una marcada tendencia
por analizar y estudiar el medio ambiente físico. No
así otros elementos importantes que significan una mejor integración
de la humanidad con respecto a asuntos que competen
a necesidades y aspiraciones que van más allá de un
desarrollo sostenible en el sentido ecológico y económico.
Entre estos asuntos se encuentra la cultura, realidad
sociohistórica: el conjunto de usos, costumbres y tradiciones
que articulan la vida social. No son producto de
un instante, sino que son construidos a través del tiempo
en la interrelación humana cuyo centro está constituido
por aspiraciones, deseos y utopías hacia una vida mejor.
1 http://ringofpeace.org/environment/brundtland.html 25 de octubre 2007.
e.nnova • Año I • Número 2 • enero-junio 2009
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