Número 2 - Universidad Autónoma de Ciudad Juárez

Estos dos aspectos son puntos de partida sobre los
cuales debe analizarse la realidad artística latinoamericana
y la transformación del discurso crítico. En efecto,
la proliferación de manifestaciones artísticas conceptuales
y la diversidad de éstas se encaminan hacia un pluralismo
visual y a un pluridiscurso crítico que cuestiona
constantemente y pone en tela de juicio los conceptos
culturales occidentales que se suponen “estables, vigentes
y tradicionales”. 2
Por otro lado, las investigaciones y el trabajo de algunos
artistas se centran principalmente en el marco institucional
y en la lógica económica de la producción y distribución del
objeto artístico. En sus escritos críticos y en las obras mismas,
estos artistas se asociaron a lo que se denominó en los
años setenta como crítica institucional y buscaron revelar los
modos por medio de los cuales la producción y recepción del
arte se encuentran institucionalmente predeterminadas, recuperadas
y utilizadas. Finalmente, al tiempo que la práctica artística
maduraba y a su vez lo hacían los críticos y curadores, los
artistas se interesaron por otros aspectos históricos, ecológicos
y sociológicos, aunque por lo general de forma metafórica y sin
comprometer necesariamente al público y al museo.
De las genealogías que determinaron los discursos críticos de
las décadas de los cincuenta, sesenta y setenta, se desprenden cuatro
factores fundamentales que contribuyeron al nuevo discurso
crítico de los años 80 y que están implícitos en los discursos de las
últimas décadas del siglo XX: a) la renovada discriminación racial
y la violencia contra las minorías; b) el intento de circunscribir las
aportaciones que habían logrado las mujeres durante las décadas
previas 3 ; c) el arte crítico que aborda los esfuerzos de los artistas de
las décadas anteriores por reivindicar el colectivo femenino, étnico
y homosexual; y d) el interés por el arte público y crítico que lleva
a los artistas a abordar temas como la ecología, la enfermedad 4 y los
problemas sociales.
La nueva crítica, ligada estrechamente a las nuevas manifestaciones
artísticas, cobra fuerza, al mismo tiempo, con el desarrollo de las prácticas
artísticas críticas 5 de los setenta, se expande en los ochenta y llega
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julio 1975, p. 244.
2 Ibíd., p. 247.
3 Por ejemplo, a lo largo de los ochenta, los artistas posmodernistas emplearon la crítica feminista de la
representación y la ampliaron a una crítica más general de las representaciones culturales de poder.
4 Es interesante señalar cómo en los años ochenta el SIDA politizó el mundo del arte en un grado muy similar
a como lo hizo el feminismo en los setenta, aunque de un modo mucho más penetrante y omnipresente.
5 Entiéndanse las prácticas artísticas críticas como aquellas producidas por el artista en las que el arte es un
medio para hacer crítica del sistema, diferente a la práctica de la crítica artística, que se resume a la creación
de textos sobre arte.
e.nnova • Año I • Número 2 • enero-junio 2009
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