Número 2 - Universidad Autónoma de Ciudad Juárez

trascender al hecho histórico.” 6 Esta premisa nos sirve para entender por
qué la crítica y su papel en la sociedad latinoamericana, no se pueden ceñir
exclusivamente a términos estéticos. En otras palabras, las prácticas artísticas
no pueden ser analizadas únicamente en el contexto de la historia del
arte, sino que deben serlo en términos culturales. 7
Esta perspectiva amplía las posibilidades de la crítica, pues son
muchos los actores que se implican en ella debido a la diversidad de
campos de estudio que la integran. Así pues, encontramos un cambio
importante en el papel de la crítica artística latinoamericana. No obstante,
es necesario reconocer que estos cambios están asociados a los
procesos del posmodernismo y sus debates en torno a sus continuidades
y rupturas.
El problema fundamental que ha caracterizado y movilizado al
arte latinoamericano ha sido su enfrentamiento entre lo universal y lo
particular. Desde mediados de la década de los setenta, cuando la polémica
por definir lo que caracteriza el arte latinoamericano alcanzó
su punto más álgido, al mismo tiempo surgía la inquietante duda de
si realmente era necesario tener un arte propiamente latinoamericano.
Por entonces, la pretensión de un arte propiamente latinoamericano
se sustentaba, entre otras cosas, en alejarse de los dictados
de los centros hegemónicos, pero la principal consigna era la de
establecer una independencia cultural. Desde el momento en que
surge la pregunta sobre la necesidad de un arte latinoamericano,
se empiezan a cuestionar los mecanismos y discursos propios de
conformación cultural.
En este sentido, la mencionada independencia consistía en
superar la “mentalidad colonial” que condicionaba la producción
artística. Es decir, lo que se estaba estructurando era un
tipo de discurso poscolonial que consistía en superar el problema
de la cultura de dominación, no desafiando los dictados
hegemónicos, sino el de la propia mentalidad.
Desde estas premisas, la redefinición del arte latinoamericano
consistía no en resaltar aquellas características que lo
diferencian de lo demás, como se proponía en la década de
los sesenta, sino en aquello que puede ser susceptible de identificarse
como latinoamericano fuera de su territorio. Así, la
propuesta intenta desmarcarse de todos aquellos preceptos
que se generaron desde la década de los sesenta, tanto del
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6 Guadalupe Álvarez, “Historia y entusiasmo. Otra vuelta de tuerca al final del milenio”, en Kevin Power,
Pensamiento crítico en el nuevo arte latinoamericano, Madrid, Fundación César Manrique, Colección Ensayo
no. 4, 2006, p. 56.
7 “Lo particular de este enfoque es un desplazamiento por diferentes terrenos del saber que concurren de
un modo articulable y orgánico en el acontecimiento artístico. La antropología, la teoría de la cultura o la
sociología, como otros, propone su peculiaridad de funciones y herramientas conceptuales para el objeto
de estudio que el arte representa.” Ibíd., p. 57.
e.nnova • Año I • Número 2 • enero-junio 2009
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