Número 2 - Universidad Autónoma de Ciudad Juárez

Carles Méndez Llopis
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No obstante, los enfermos mentales, los niños y los
primitivos no cerraban el círculo de acciones fuera de lo
establecido, que prestaba a posibilitar la auténtica expresión
del trasfondo de sí mismos. También los médiums
pertenecían a esos “elegidos” por el surrealismo, que en
última instancia daban fundamento a sus postulados. La
relación de los médiums con la imagen surrealista es controvertida
y ambigua. Según sus actuaciones, se establecía
una distancia insalvable entre la voluntad artística y el acto
en sí, pues alguien sin capacidades artísticas previas era capaz
de concebir una obra –surrealísticamente hablando. Extraña
es la relación, porque pese a que a los surrealistas nunca
les atrajo las teorías o creencias espiritistas, que volvían a ser
entorpecimientos racionalistas a algo no ordinario, sí representaba
una algarabía en voces académicas el hecho de que una
imagen creada por un no creyente, es decir, por alguien que
no había concedido ninguna importancia al acto plástico ni
versado en el campo artístico, pudiera ofrecer intuitivamente
imágenes con altas calidades y cualidades artísticas.
Retrato de Max Ernst, de Landshoff
Herman, h. 1940. Donde
seguimos encontrando una
búsqueda del “arte salvaje”
en las composiciones
surrealistas.
Las imágenes de los videntes hacían reconsiderar de nuevo la impersonalidad
de las obras y la importancia de regirse a un modelo externo
en el acto cognitivo de reconocimiento de lo que es arte y lo que
conlleva su expresión. Saber pintar sin haber jamás aprendido justificaba
en gran medida la oscura indagación surrealista sobre la autenticidad
de lo humano. De manera que si las imágenes eran posibles a través del
dictado de los espíritus, esto daba por sentado que el artista podía, con
el suficiente esfuerzo, convertirse en simple herramienta mediadora de
expresión de su propio dictado interno. 13
13 Obras mediúmnicas como las de Augustin Lesage, de Auguste Crépin y Machner, anuncian la fascinación
e.nnova • Año I • Número 2 • enero-junio 2009
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