Número 2 - Universidad Autónoma de Ciudad Juárez

Estela Meza Carpio
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a ser ampliamente aceptada y asimilada por los museos y las instituciones
culturales en los noventa. De esta forma se nos introduce al trabajo práctico
de una diversidad de artistas y colectivos críticos que vienen trabajando
sobre este terreno durante las últimas décadas.
Así pues, la construcción de modelos críticos en Latinoamérica ayudó
a valorar su arte como una manifestación de pluralidades. Pero además
ayudó a extender el concepto de la identidad desde los marcos teóricos
ontológicos hacia los antropológicos y sociales. De esta forma, tanto el
concepto de la identidad como la noción de lo latinoamericano y su
pluralidad son ejes que aún siguen formando parte de los nuevos discursos
críticos, pero son abordados desde perspectivas bien distintas a
las décadas anteriores. Por esta razón, es importante que examinemos
algunos de los puntos más relevantes que forman parte del proceso de
este cambio de la crítica latinoamericana.
El crítico Juan Acha remarcó constantemente la necesidad de elaborar
una teoría propia del arte latinoamericano en concordancia
con su producción plástica. De acuerdo con esto, podemos observar
que ya desde la década de los setenta se desarrolla una intensa actividad
teórica y crítica encaminada a rescatar y dar legitimidad a la
producción artística latinoamericana. Esta y otras investigaciones
son continuadas, en los años ochenta y noventa, por historiadores
e investigadores del arte, pero además, por un gran número de críticos
y curadores de arte que enriquecen el nuevo discurso crítico
latinoamericano.
El reordenamiento visual es uno de los aspectos fundamentales
que se empiezan a debatir en el nuevo discurso crítico. Éste
se centra en revisar y analizar la realidad artística que desde los
años setenta se va separando de los modelos de la modernidad
y de la identidad. Así empiezan a surgir teorías y conocimiento
con criterios realistas, con conceptos renovadores que a su vez
cuestionan los conceptos fundamentales del arte occidental.
Este nuevo papel de la crítica abre las posibilidades del
campo de actividad del crítico, pues éste no sólo se ocupa en
dar una explicación a las obras, sino también de extenderse
hacia la realidad artística del entorno social. Históricamente,
la mayoría de las investigaciones se ha centrado en el
estudio de las manifestaciones tradicionales, sin embargo,
en los recientes cambios, las publicaciones de significación
sobre el arte contemporáneo que contribuyen a su continuidad
histórica se vienen realizando gracias a una nueva
generación de críticos que ha acogido los cambios teóricos
en el discurso del arte latinoamericano.
La historiadora Guadalupe Álvarez, por ejemplo,
expresa que “cualquier campo de conocimiento puede
e.nnova • Año I • Número 2 • enero-junio 2009
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