Número 2 - Universidad Autónoma de Ciudad Juárez

Oedipus, de la serie Una semana
de Bondad. Collage, Max Ernst, 1934.
Busto-figura. Relieve,
Hans Arp, 1923.
De Torre acierta al afirmar que a partir de la famosa frase
del Conde de Lautréamont todo fue darle vueltas al mismo
concepto, cierto es que progresivamente cercando su concepción
hasta transformarlo en todo un postulado. Por ejemplo,
Paul Eluard “establecerá a su capricho parecidos entre los objetos
más disímiles” 5 y Max Ernst acoplará “dos realidades en
apariencia incasables sobre un plano que en apariencia no les
conviene”, 6 todo ello para que de un modo repentino y prodigioso
aparezca la más alta ambición poética de la voluntad surrealista.
Esto se alcanzará a través de la búsqueda de la reintegración
mental resultante tras la destrucción y separación inicial de la
imagen, es decir, la conclusión responderá a la unificación del proceso
mental que ha llevado a la desintegración y la reintegración
mediante la irrupción del surrealismo, que ofrece generalmente
mundos inquietantes.
Para corroborar dichos datos, únicamente tenemos que acercarnos
a una obra de Dalí o de Chirico, un relieve de Arp, o un collage
de Max Ernst; en breves instantes el espectador experimentaría ante
ellos la apariencia existencial de un mundo insólito y perturbante, que
seguramente será mucho más explícito en sus intenciones que la lectura
de un texto surrealista. Un mundo extraño parecido al que viven
los enfermos mentales, gente de mucho prestigio para el surrealismo
por lo que significaban de liberación de la cotidianidad, adhiriendo a
la realidad vigente la suya propia, interna y oscura, pero que mezclada
con la externa, ofrecía una total desinhibición de los sentidos. De igual
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5 Íbidem.
6 Íbidem.
e.nnova • Año I • Número 2 • enero-junio 2009
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