Descarga del documento - Instituto de la Mujer de Castilla-La Mancha

inicial de llegada, como en las siguientes renovaciones de permisos. La ausencia de papeles es la primera
barrera con la que chocan, imposibilitando su incorporación al mercado laboral. Las circunstancias de
estas personas son mucho más precarias, ya que al no tener regularizada su situación en nuestro país les
es mucho más complicado el acceso al empleo y, en caso de conseguirlo, se ven forzados a aceptar
condiciones laborales muy precarias, con el único objetivo de lograr legalizar su situación en el país, y al
menos tener la posibilidad a largo plazo de acceder a otros puestos de trabajo, en los que encuentren
unas condiciones laborales un poco más favorables.
En la línea de esta barrera, nos encontramos con la existencia de un “efecto de cuello de botella”,
derivado de la obtención del primer permiso, vinculado en muchos casos a actividades para las que no se
tiene una experiencia previa, preparación necesaria o existe una motivación escasa para desempeñar
dicho puesto de trabajo, que no suele coincidir con la cualificación profesional adquirida por la persona en
su país de origen.
- Dificultades para conciliar la vida laboral y familiar, agravado por la ausencia de redes sociales o la
inexistencia de las mismas
En la mayoría de las ocasiones, la mujer inmigrante posee cargas familiares, casi siempre, no
compartidas, lo que le dificulta aún más las posibilidades de acceso a un empleo, ya que conciliar el
cuidado de los hijos con los horarios de las jornadas laborales se convierte en una barrera muy
complicada de vencer. Además, no cuentan con redes de apoyo entre la población autóctona, por lo que
ven limitadas también las posibilidades de tener una ayuda, a la hora de intentar conciliar la vida laboral y
la vida familiar.
- Necesidad inminente de obtener recursos económicos
Esta necesidad urgente les “obliga”, en muchas ocasiones, a caer en el precario mercado laboral
de la economía sumergida y les empuja a rechazar o posponer el acceso a la formación profesional, ya
que lo que prima es la necesidad económica, no pudiendo dedicar su tiempo a formarse para lograr en un
futuro un mejor empleo, por lo que se ven obligados a trabajar de manera inmediata “en lo que sea”. Su
situación personal y familiar, así como la presión económica que sufren, provoca que esta búsqueda de
empleo esté motivada principalmente por la necesidad económica inminente, más que por la satisfacción o
el crecimiento personal.
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