Descarga del documento - Instituto de la Mujer de Castilla-La Mancha

“Lo peor de estar en prisión en no poder ver crecer a mis a mis hijos y no poder ver
tampoco a mis nietos”.
“Me siento culpable de no estar con mi familia porque, por ejemplo, si no hubiera
estado aquí, mis hijas no se habrían casado tan jóvenes”.
La mayor parte tiene un nivel educativo muy bajo, muchas no han estado nunca escolarizadas y
las que han asistido a la escuela alguna vez no han llegado a terminar los estudios primarios, por lo que
encontramos un alto grado de analfabetismo entre ellas; igualmente carecen de experiencia laboral ya
que sus fuentes de ingresos han procedido de la actividad económica sumergida y los únicos trabajos a
los que han podido acceder son puestos de baja cualificación, sobre todo en limpieza y normalmente a
través de contratos con el Ayuntamiento en los Planes de Empleo; suelen ser los maridos los que aportan
el dinero en casa a través de la venta ambulante.
Mujer reclusa / ex-reclusa inmigrante en CLM
Aunque lo habitual hasta hace poco era ver mujeres internas sobretodo de etnia gitana, en la
actualidad este fenómeno está sufriendo un cambio al darse con cada vez más frecuencia el ingreso en
prisión de mujeres inmigrantes que proceden sobretodo de países latinoamericanos y suelen tener entre
30-40 años, por lo que se deduce que ingresan en prisión muy jóvenes; esto es un reflejo del cambio
social que se está dando de forma generalizada en el país. La mayoría son condenadas por delitos contra
la salud pública y suelen ser detenidas en los aeropuertos, son las denominadas “mulas”, representan el
último escalón de las redes de tráfico de drogas, por lo que cuando entran en España lo hacen ingresando
directamente en la cárcel de modo que al alcanzar el tercer grado no disponen de permisos de trabajo, en
estos casos, mientras siguen cumpliendo condena en régimen de semilibertad, pueden obtener permisos
administrativos a través de los cuales pueden trabajar para una determinada empresa en un determinado
puesto, dependiendo de la oferta de trabajo por la que se expida este permiso; por tanto, una vez que
consiguen la libertad total ya no pueden beneficiarse de este tipo de permisos y necesitan trabajar para
mandar dinero a sus hijos y a los familiares que cuidan de sus hijos.
La situación económica de estas mujeres en sus países de origen es muy precaria y se trata
normalmente de mujeres que constituyen familias monoparentales, por lo que tienen cargas familiares no
compartidas; esta precariedad económica y la urgencia por conseguir dinero para poder sustentar a sus
hijos hace que muchas veces tomen la decisión de implicarse en estas redes de tráfico de drogas, ya que
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