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3.1. INTRODUCCIÓN
• La discriminación de género
Ser mujer reclusa en los Centros Penitenciarios castellano-manchegos supone sufrir una gran
discriminación por cuestiones de género en varios aspectos.
Mujeres: Un grupo minoritario dentro de las cárceles
Dentro del ámbito territorial de Castilla La Mancha no existen cárceles de mujeres, siendo éstas
ubicadas en pequeños módulos anexos a los grandes Centros Penitenciarios de hombres, por lo que no
disfrutan de las mismas condiciones que los hombres ya que no son separadas según sus edades ni
situación penal, ni la amplitud de los módulos es tan adecuada como aquella de la que disfrutan los
hombres. Únicamente existen mujeres cumpliendo condena en régimen cerrado en los Centros
Penitenciarios de Cuenca (3 condenadas y 8 preventivas) y Albacete (8 condenadas y 10 preventivas),
algunas de ellas en situación de tercer grado. En el caso de Ciudad Real y debido a que existe un Centro
de Inserción Social “CIS” encontramos mujeres que cumplen condena allí (6 condenadas) pero en régimen
de tercer grado con control telemático o en libertad condicional. Como vemos es un número muy reducido
de mujeres en comparación con el total de hombres internos en estas cárceles.
El hecho de que existan muy escasas plazas en estos centros destinadas a mujeres, hace que la
mayoría de las Mujeres castellano-manchegas condenadas ingresen en prisiones ubicadas fuera de
Castilla La Mancha, lo cual como veremos más adelante puede suponer un hándicap para ellas a la hora
de salir en libertad y emprender acciones de búsqueda de empleo una vez que retornan a la región, y una
dificultad añadida para poder disfrutar de las visitas y el contacto con sus familiares y redes sociales de
apoyo con las que contaban antes de su ingreso en prisión.
Por otro lado, el hecho de suponer una minoría dentro de estos centros hace que sus posibilidades
de acceso a determinados servicios destinados a favorecer la reinserción de los/as reclusos/as o a
puestos de trabajo en las cárceles se vean muy reducidas, por lo que no podemos hablar de igualdad de
oportunidades. Esta desigualdad, que es achacada a la situación minoritaria de las mujeres, es reconocida
por los propios profesionales de los Centros y contra ella reclaman las internas, pues se ven claramente
perjudicadas y olvidadas.
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