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norma - Pandemia No Hay Ninguna: ¡Detengan La Vacuna!

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más de lo que deberían. <strong>La</strong>s organizaciones de investigación<br />

por contrato y sus redes de médicos de práctica privada son<br />

las que ceden la mayor parte.<br />

Si bien los investigadores académicos han perdido gran<br />

parte de su independencia, han ganado de otros modos.<br />

Muchos mantienen acuerdos financieros lucrativos con los<br />

patrocinadores de las compañías farmacéuticas, acuerdos<br />

que hace veinte años hubieran sido imposibles. Los investigadores<br />

también son consultores de las compañías cuyos<br />

productos estudian, son miembros remunerados de las juntas<br />

consultivas y de los equipos de conferencistas, hacen<br />

convenios con sus instituciones sobre patentes y regalías,<br />

promocionan fármacos y dispositivos en simposios auspiciados<br />

por las compañías, y permiten que los adulen con<br />

obsequios caros y viajes de lujo. Muchos tienen acciones<br />

en las empresas. Este tipo de acuerdos pueden aumentar<br />

de modo significativo sus sueldos. Por ejemplo, The Boston<br />

Globe publicó que el director del Departamento de Siquiatría<br />

de la Facultad de Medicina de la Universidad de Brown<br />

había ganado más de quinientos mil dólares en honorarios<br />

de consulta en 1998 12 . Resulta difícil creer que vínculos<br />

personales estrechos y remunerativos con las compañías<br />

farmacéuticas no incrementen el fuerte sesgo en favor de<br />

la industria en la investigación médica y en la educación.<br />

<strong>La</strong>s grandes farmacéuticas no sólo controlan al detalle la<br />

forma en que se llevan a cabo los ensayos clínicos, sino que,<br />

a modo de respaldo, desean ganarse también los corazones<br />

y las mentes de los investigadores.<br />

Uno de los indicios más graves del grado en que las grandes<br />

farmacéuticas han comprometido a la comunidad de<br />

investigadores son sus intrusiones en el mismo NIH. Esta<br />

entidad provee la mayor parte de los fondos para la investigación<br />

médica básica en todo el país, y los extrae del dinero<br />

de los contribuyentes. Se supone que otorga subvenciones<br />

únicamente sobre la base del mérito científico, y que lleva<br />

a cabo sus propias investigaciones, incluso la selección de<br />

colaboradores de la industria, sólo en aras del interés público,<br />

libre de consideraciones comerciales. Pero en 2003,<br />

una nota basada en una investigación de David Willman<br />

publicada en Los Angeles Times puso en tela de juicio esa<br />

buena imagen 13 . Willman averiguó que los principales científicos<br />

del NIH (que están entre los empleados de gobierno<br />

mejor remunerados) complementan sus ingresos, en forma<br />

habitual, con enormes honorarios de consulta y acciones de<br />

las compañías farmacéuticas que tienen convenios con los<br />

institutos nacionales de salud. En otra época se hubieran<br />

prohibido esta clase de conexiones, pero en 1995 el entonces<br />

director de los institutos, Harold Varmus, levantó las<br />

restricciones de un plumazo. Después de eso, el NIH dejó<br />

de poner límites tanto a las sumas de dinero que sus científicos<br />

podían ganar en trabajos externos como al tiempo<br />

que podían dedicarles.<br />

Según Willman, los científicos que mantenían vínculos<br />

financieros con la industria incluían al director del Instituto<br />

Nacional de Artritis y Enfermedades Musculoesqueléticas<br />

y de la Piel, al director del Centro Clínico del NIH (el principal<br />

lugar de la investigación sobre seres humanos), al ex<br />

director del Departamento de Enfermedades Metabólicas,<br />

Endocrinas y Diabéticas en el Instituto Nacional de Diabetes<br />

y Enfermedades Digestivas y Renales, y al ex director del<br />

Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano.<br />

Algunos de los científicos del NIH ganaron cientos de miles<br />

de dólares en honorarios de consulta. El vicedirector del<br />

<strong>La</strong>boratorio de Inmunología, por ejemplo, cuyo sueldo era<br />

de 179.000 dólares en 2003, cobró, al parecer, 1,4 millones de<br />

dólares en honorarios de consultas en once años y recibió<br />

acciones por valor de 865.000 dólares.<br />

Es imposible saber hasta dónde influyeron esos convenios<br />

financieros en los criterios del NIH sobre subvenciones,<br />

en las prioridades de investigación o en la interpretación de<br />

( 126 ) LA VERDAD ACERCA DE LA INDUSTRIA FARMACÉUTICA<br />

MARCIA ANGELL ( 127 }

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