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la-migrana-002

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El atesorador delibros y el capitalistaracional*118No recuerdo exactamente en qué momentocomencé a convertirme en uncomprador compulsivo de libros. Yno es que tenga una biblioteca quevalga resaltar por <strong>la</strong> cantidad y cualidad particu<strong>la</strong>rde sus ejemp<strong>la</strong>res, lo cierto es que sientoel apasionamiento especial que atrapa a todobuen coleccionista de libros –espero, por lo demás,lograr construir una buena biblioteca en elfuturo y con <strong>la</strong> compulsión aquel<strong>la</strong>, es bastanteprobable–, tampoco sé exactamente en qué momentodejé de sentirme mal por comprar librosque luego no iría a leer, que no leí hasta ahoray que, probablemente, nunca leeré. Tal vez fuecuando leí, entre sorprendido y entusiasta, aquelcuento de Monterroso l<strong>la</strong>mado “Cómo me deshicede quinientos libros”, esa narración me alegrómucho pues me liberaba de <strong>la</strong> necesidad detener que leer todos los libros que compraba yque aumentaban en razón, no contraria más biensí, mayor a <strong>la</strong> cantidad de los que leía. Ademásestaban <strong>la</strong>s lecturas universitarias, que no puedonegar, también me llenaban grandemente, peroreducían mi capacidad de leer otros textos queadquiría.En su cuento, Monterroso re<strong>la</strong>ta cómo tuvoque deshacerse de cientos de libros de su bibliotecay cómo esta tarea resultó ser más difícilde lo que pensaba. No quería donarlos pues “lerestaba espíritu aventurero al asunto” y tampocoquería botarlos ni nada parecido. La dificultadtambién consistía en seleccionar los que sequedarían, los imprescindibles y los que debíadesechar, pues habían muchos que nunca habíallegado a leer. Más allá del hecho anecdótico,Monterroso resalta <strong>la</strong> necesidad que tiene, quiengusta de los libros, de tener todos los que le confieranel matiz intelectual que busca, aunque nisiquiera llegue a abrirlos. Es decir que el coleccionistase sentirá satisfecho en tener todos loslibros que puedan soportar <strong>la</strong> imagen que tienede sí mismo y de sus intereses intelectuales, sintener que leerlos.Después de esa lectura otro hito que marca <strong>la</strong>slicencias que luego me di en cuanto a mis lecturases <strong>la</strong> conversación que tuve con don JaimeNistahuz, siempre dispuesto a conversar, ensu puesto de venta de libros en el pasaje Mari-

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