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22MAS (Movimiento al Socialismo) para reproducirel liderazgo político del estado. La izquierdatradicional boliviana reducía <strong>la</strong> participación delos indígenas a campesinos, pequeños propietarios,como supuestos aliados de <strong>la</strong> c<strong>la</strong>se proletariaobrera minera, borrando toda su identidadsecu<strong>la</strong>r, como aymara, quechua, guaraní,y haciendo una crítica a esta concepción de <strong>la</strong>izquierda tradicional, fue posible reconstruir unsujeto político de los pueblos indígenas que llevóal triunfo del primer líder indígena a <strong>la</strong> presidenciadel estado y <strong>la</strong> apertura de <strong>la</strong> construcciónde un nuevo Estado en el País.De una forma u otra, éste es el camino seguidopor el campo popu<strong>la</strong>r de Ecuador y Venezue<strong>la</strong>.En Ecuador, los movimientos indígenas realizarongrandes luchas de resistencia, provocando <strong>la</strong>caída de dos presidentes, el tercero, Lucio Gutiérrez,fue derrocado por <strong>la</strong> movilización con mayorparticipación de movimientos sociales urbanos,sin embargo, se hizo cargo del timón del Estado,hasta <strong>la</strong> división y debilitamiento del movimiento.La elección de Rafael Correa es <strong>la</strong> reanudaciónde ese ciclo de movilizaciones en <strong>la</strong> pelea por elpoder del Estado y su reconstrucción. Del mismomodo, el proceso venezo<strong>la</strong>no, llevado a cabo inicialmentepor el militar nacionalista, moviéndosecon una tendencia simi<strong>la</strong>r a los casos anteriorescon el apoyo y <strong>la</strong> aparición de un nuevo movimientode masas que no existía en el país.En los países con gobiernos moderados, progesistaspero que no han podido romper abiertamentecon el modelo, se podría decir, por ejemplo,en el caso de Brasil, que es <strong>la</strong> continuidadde <strong>la</strong> política financiera pero con el hito fundamentalque es una nueva política económica, asícomo <strong>la</strong> Argentina, Uruguay, Paraguay, donde,probablemente <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones entre movimientossociales y fuerzas políticas que deben permaneceren el espacio estatal, bajo <strong>la</strong>s formas tradicionalesde apoyo crítico a los gobiernos.En estos países, los dilemas de los movimientossociales no son simples, porque el campo políticosolo permite dos tipos de situación: o bien pararomper con estos gobiernos, opción consideradacomo <strong>la</strong> continuidad directa de sus predecesores y,por tanto, meramente administradores de los modelosneoliberales, posición muy conveniente paralos enemigos de estos movimientos, incluida <strong>la</strong> posiciónde ultraizquierda característica de ciertos sectoresde estos países, o bien <strong>la</strong> posición de alianzade los sectores de izquierda con los gobiernos parasu lucha contra los sectores conservadores, en unadimensión marcada por su carácter contradictorio.El campo popu<strong>la</strong>r de América Latina secompone de los gobiernos moderados y otros,que tienen en común, no sólo <strong>la</strong> promoción depolíticas sociales que recomponen los derechosexpropiados por el neoliberalismo, sinotambién una política exterior que favorece losprocesos de integración regional en lugar de<strong>la</strong> firma de acuerdos de libre comercio con EstadosUnidos. El malentendido está en esa líneadivisoria fundamental en el continente dehoy en día y no el de una supuesta “izquierdabuena” y una “izquierda ma<strong>la</strong>”, como predi-

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